LA ARQUITECTURA DEL XVI EN COLOMBIA Y VENEZUELA

LLEGADA:
FUSIÓN DE CULTURA Y ARTE.




Antes de meternos de lleno en la cuestión del arte que nos corresponde, es necesario dejar claro que todo lo que aquí sucede no es como tal una imposición tajante y definitiva de los europeos sobre aquel mundo recién "descubierto". Esta idea, forjada desde hace tiempo, le hace un flaco favor al estudio de la obra de arte, pues los fundamentos estéticos de aquellas sociedades al iniciarse la Conquista se fundirán con los postulados artísticos españoles, italianos o franceses entre otros. 


En nuestro caso, la ocupación de lo que sería el nuevo Reino de Granada se produjo desde la zona del Norte, insertándose poco a poco en el proceso poblacional del área caribeña. Cabe destacar la fundación de dos puertos importantes: el de Cartagena de Indias y el de Santa María, todo ello en la primera mitad del XVI. Esto sirvió de apoyo para la entrada de los lugartenientes de Francisco Pizarro, quienes establecerían firmemente ciudades de nueva índole como Popayán, al Sur de Colombia. 

La primera ciudad hispana del área central andina fue Tunja, fundada en 1538 y la cual facilitaría un año más tarde la formación de Bogotá por parte de Giménez Quesada. En Venezuela, la formación de Coro en 1528 y Caracas en 1567 permitiría la penetración en una región naturalmente vasta y donde el máximo exponente del arte de la zona se concentrará en la catedral de Coro.

El mestizaje artístico fue una constante en América, y en gran parte, criollos, mestizos, mulatos, indios, escultores, poetas o mulatos superaron de lejos el modelo europeo si a ornamentación nos referimos. 
Cerraremos esta aclaración a través de las palabras de José de Mesa: 

“Creemos que es imposible juzgar el arte americano con ojos europeos, porque este arte no fue dirigido a la sensibilidad europea sino a la sensibilidad americana, que incluso en la idealización de la pintura no vio el arte como arte…”.

Pero como en todo, el tiempo pasa. Y pasó como tenía que pasar. Cuando los primeros colonizadores del nuevo mundo empezaron a extender sus dominios por todo el territorio, la imposición inapelable del dominador se impregnó en todos los aspectos de la vida diaria. 

Sin embargo, al compás que pasaban los años, las generaciones criollas, muy centradas en el comercio minero (de gran riqueza y posibilidades), empezaba a sentir aquella tierra como suya, a ejercer su poder emprendedor, distinto y mucho al de los primeros europeos. Así, es posible que en esta fusión de ideas, sociedades y creencias religiosas (esta mezcla será muy interesante e importante) se den las más ricas obras de arte, como veremos más adelante. 

También es necesario tener en cuenta las particularidades climáticas y ambientales, que darán lugar a variedades estilísticas considerables, con unas necesidades funcionales determinadas, la libertad de creación que van adquiriendo con el paso del tiempo, la importancia de las órdenes religiosas que hasta allí se dirigen… 

Por lo tanto el choque de culturas supuso una clara imposición de unos modelos sobre otros, algo que sin duda quedará reflejado en el arte y en la transición de unos gustos hacia otros. Hay que destacar el papel de España, como hemos venido haciendo hasta ahora, pero sin olvidar la huella de Portugal, pues tambien tiene un claro interés por aquellas tierras. 

La importancia de la iglesia es más que evidente, centrado todo el poder y manejo de la misma en los obispos. Sin olvidar tampoco a los cargos políticos en el puesto de “consejos”. Finalmente cabe destacar la figura del “virrey” como cabeza pensante y manipuladora de toda la pompa que allí se cuece. Hasta tal punto influyen estas partes, que muchos historiadores del arte no han dudado en afirmar que existen puntos donde el arte desarrollado es semejante al acontecido en España, tomando como ejemplo tradicional el caso de Quito. 

También hay que tener en cuenta que los españoles y los portugueses (principalmente) se dirigían a España no a trabajar, puesto que eso se podía hacer fácilmente dentro de nuestras fronteras. Una vez allí, imponían un modelo de trabajo basándose siempre en la mano de obra indígena, y esto desembocará en nuevos motivos (sobre todo ornamentales) fruto de ese fenómeno indigenista.


La geografía es un punto de inflexión clave a la hora de entender el arte iberoamericano. Es un generador de contrastes entre unas regiones y otras, dando lugar así una variedad de formas artísticas muy interesantes. Los materiales, por ejemplo, van a determinar la traza y la apariencia final de los edificios y las artes plásticas. 

En México veremos la piedra tostada, pero en Arequipa predominará la blanca, mientras que en América Central (Venezuela  y Colombia sobre todo) se centran en el desarrollo del estuco inmaculado, pero bastante deteriorado por la humedad implacable de esta zona.

Podríamos afirmar por lo tanto que el arte colonial está singularizado por una grandísima variedad de formas, configurando un abanico de posibilidades pero sin salirse de unos rasgos comunes.

Es más que necesario dedicarle un breve apartado a la fe cuando nos referimos al arte iberoamericano. Siempre se ha dicho, y la historia a veces da la razón, que la religión ligada al dominio español generó en aquellas tierras una riqueza, un poder político y un estatus social a tener en cuenta. Su principal motor lo encontramos en el clero y en las órdenes religiosas que allí predican la palabra de Dios: franciscanos, dominicos y agustinos principalmente. 


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En la zona de Colombia y Venezuela, la inexistencia de culturas indígenas con cuna cohesión social fuerte y un desarrollo tecnológico elevado, facilitará en gran medida que, en esta región marginal del imperio incaico la transferencia de ideas, experiencias y mitos de los españoles calen sin demasiado esfuerzo. 

El desarrollo urbano y arquitectónico de Nueva Granada se desarrolla en el último tercio del siglo XVI cuando, una vez consolidados los nuevos núcleos, se pudieron llevar a cabo obras de cierto empaque. Las condiciones propias del terreno, con una disponibilidad de maderas de una calidad suprema, facilitó y mucho la arquitectura de esta zona basculando siempre hacia los modelos mudéjares que, como no podía ser de otra forma, dominaba el conquistador.
1. Introducción artística. Localización, escuelas, influencias europeas, autores…

COLOMBIA

La dificultad de acceso entre las distintas regiones y los numerosos pueblos que allí habitan, hacen de Colombia un lugar ideal para ver diferentes estilos artísticos dentro de una misma región. El origen de todo ello debemos buscarlo en la raza blanca humana, la raza negra africana y los indígenas nativos propiamente dicho que, tras mezclarse entre sí, ha dado lugar a esa variedad de población.


En cuanto a las manifestaciones artísticas más primitivas, destacamos la artesanía como motor de riqueza que se ha mantenido a lo largo del tiempo, pues una gran cantidad de colombianos (donde se cuenta a un gran número de mujeres) se han dedicado a este oficio desde época precolombina, siendo así un importante foco en el campo iberoamericano. Cabe destacar el uso del oro y las joyas como “productos bandera” de estas gentes, además de ser los más demandados por los españoles una vez asentados en esas tierras.

Si hablamos de la historia de la pintura en Colombia, debemos hacer una referencia obligada a la familia Figueroa, pues fue la saga que impulsó el desarrollo de la misma: Baltasar de Figueroa el viejo, Gaspar de Figueroa y Baltasar de Figueroa el joven. De vital importancia será Baltasar de Figueroa por ser este, además de un excelente pinto, un maestro de pintores ya no dentro de la demarcación colombiana sino tambien en el ámbito de Panamá por ejemplo.

 En cuanto a la arquitectura en el periodo precolombino, debemos hablar de las construcciones de chibchas como base de lo que vendrá a continuación. Estas construcciones, realizadas con caña y barro y dispuestas de forma rectangular o cónica, tenían en su interior un espacio bastante sobrio y escaso de decoración: una cama como lugar de descanso y poco más, ya que estas gentes preferían descansar en el mismo suelo. Pero llegaron los españoles y con ellos un cambio de rumbo y de estilo, adaptando las formas del país europeo hacia aquel lugar. Debemos tener en cuenta que no era una traslación total y rotunda, pues existen cambios derivados de la geografía colombiana, la sociedad y la economía, tres factores totalmente distintos a los que tenemos aquí. Las edificaciones religiosas son un fiel reflejo del traspaso de las formas de un país a otro, siguiendo el modelo de naves tanto en época renacentista como luego ocurrirá en un barroco pleno. 

Asimismo las que fueron levantadas para el uso doméstico dejan entrever en su estilo el claro legado de las casas granadinas y extremeñas, pues el legado de lo árabe es fuerte y la influencia no va a ser menos. Las diferentes estancias en torno a un patio será un pilar fundamental a lo largo del tiempo. Las techumbres mudéjares son de una calidad excepcional gracias en gran parte a la madera de la zona. Muchas de estas construcciones están declaradas Monumento Histórico Nacional. 

Pero es innegable que todo esto va en relación con una economía que, lejos de ser importante como la de Perú o México, la colombiana se ve relegada a una subsistencia y con ello a una sobriedad notable en comparación con otros países iberoamericanos. Si el conquistador que llega observa que Colombia es un territorio con escasas posibilidades de explotación minera o agrícola lo normal es que se centre en asentar a la población, imponga un modelo de vida y gobierne esa zona, pero no será su prioridad el realizar grandes construcciones arquitectónicas. 

VENEZUELA

En Venezuela, la forma conquistadora no fue diferente a las demás regiones, y la creación de una gobernación, rutas comerciales y ciudades fue una constante a lo largo de las primeras décadas de la llegada española, dando por finalizada la implantación de estas formas a finales del XVI con los cabildos y la Iglesia como elemento unificador. El cacao, la sa y el tabaco fueron los motores económicos que ayudaron al florecimiento de la economía, todo ello bajo el mandato del Virreinato de Nueva Granada.

Para comprender la historia de la arquitectura venezolana, debemos mirar hacia atrás y ver el legado de lo prehistórico y la influencia de esto en la posteridad. Y es que la llegada de los españoles no supuso un punto y aparte en el estilo desarrollado, pues los levantamientos de los aborígenes se mezclaron en el tiempo con las nuevas formas hispanas. Los palafitos y las churuatas eran las construcciones fundamentales de estas gentes y que están íntimamente relacionadas con la geografía física de la zona, pues se adaptan a las condiciones territoriales perfectamente.

Sin embargo, la arquitectura de aquella Venezuela siempre se vio mermada de interés a causa de varios factores, entre otros el económico. La posibilidad de alzar construcciones a imagen y semejanza de los otros virreinatos era una odisea dados los escasos recursos en enriquecimiento de la zona. 

Además, la adaptación de todo ello en el solar venezolano suponía un cambio obligado en la estructura, es decir, desde el edificio que se proyecta hasta el edificio que se termina hay un abismo de diferencias por las continuas variaciones que había que llevar a cabo por los problemas estructurales.
Lo normal es que veamos mucha arquitectura civil en zonas como esta, y así es. Las viviendas populares se tildan todas de sobrias pero funcionales, este último aspecto no podía ser menos en una zona donde el calor, la lluvia y la humedad azota hasta límites exasperantes. Por lo tanto, encontraremos pocos elementos decorativos, pocos juegos escenográficos pero bastantes arquitecturas funcionales donde el uso predomina y la imagen estética se ve relegada a un segundo plano. Pero no eran tantas las familias pudientes que residían en Venezuela y se podían permitir levantar tales edificios.

Y como no podía ser de otra forma, la arquitectura religiosa está en consonancia con la anterior, con la civil. Claro está que siempre tendrán más importancia en la ciudad de turno, no por cuestiones artísticas sino por motivos ideológicos y de conquista. Era el lugar usado para evangelizar y por lo tanto no podía verse mermado a una simple ermita de barrio. Dentro de las posibilidades económicas, los edificios religiosos de Venezuela no son tan pobres como parecen. De ellos se puede destacar el empleo cuidado de la madera por gentes extremeñas y andaluzas, grandes conocedores de este material por el legado andalusí del que disfrutan estas tierras. 

No será hasta el siglo XVIII cuando la Compañía Guipuzcoana llegue a Venezuela e implante unos modelos que tendrán su reflejo en el arte. Posteriormente analizaremos algunos ejemplos para comprender mejor este apartado, aunque podemos adelantar que las ciudades más ricas artísticamente serán Coro y Caracas.

Los trazados de los templos conventuales se repetirían una y otra vez con formas sobradamente conocidas. Así, veremos templos de una sola nave con profundas capillas o, en algún caso, de tres naves y de tipo basilical.
EJEMPLOS

-Catedral de Caracas, VENEZUELA. Como otras muchas edificaciones, esta tambien sufrió el debacle de los terremotos, de ahí que tuviese que se reconstruida. La antigua iglesia, que a la vez era sede episcopal de Coro, era una modesta construcción de bahareque cubierta con palma. El bahareque era un sistema de construcción hecho a base de palos entrecruzados o cañas en algunas ocasión es y todo ello mezclado con barro.


La palma como cubierta no podría durar más de lo que pudo, con lo cual, el cabildo se puso en acción para levantar un nuevo templo. Juan de Medina sería el responsable de tal obra, en donde concibió el espacio como una planta basilical con una nave central separada por columnas ochavadas de capitel compuesto. La fachada, de 1771, es obra de Andrés de Meneses.  

-Castillo de San Carlo, Maracaibo, VENEZUELA. No todo será arquitectura religiosa a pesar de la fuerte evangelización existente. El Castillo de San Carlo, en la Isla de san Carlos, es un ejemplo de esa arquitectura militar fortificada de tiempos coloniales. El objetivo de su construcción no era otro que el de controlar y proteger el paso entre el Lago de Maracaibo y el Golfo de Venezuela. Los ataques de los piratas eran una constante a lo largo del tiempo en esa zona y esto supuso un freno ante las invasiones de dichos enemigos. 


Los primeros pasos datan de finales del XVI aunque no sería hasta unos 30 años más tarde cuando se empezaran a levantar los primeros bloques de piedra caliza. Declarado Monumento Histórico Nacional, ha pasado por muchos vaivenes y todos del mismo carácter defensivo-militar, con un uso que no ha decaído a lo largo del tiempo, lo cual ha ayudado a que su conservación hoy sea óptima.

-Catedral de Tunja, COLOMBIA. Es un ejemplo claro de la inserción de las corrientes estilísticas europeas en la arquitectura Iberoamericana. Estamos en esa idea de una “obra continua”, es decir, con un largo proceso de construcción, ampliación y modificación que se dilataría a lo largo de los años. Las naves comenzaron a levantarse en 1567 y la zona del presbiterio sería ampliado a comienzos del siglo XVII. Las columnas que presenta son circulares y los arcos ojivales con el objetivo de contener bien los seísmos.




Los artesonados que presenta fueron extraídos directamente de los libros de arquitectura de Serlio. La portada que presenta es típicamente renacentista, hecha por Bartolomé Carrión entre 1598 y 1600. Lo más relevante de construcciones como esta es la idea de que no es un arte fruto de una tradición constructiva, pues como vemos, diversos estilos confluyen en una misma obra y todo hecho en un mismo período de tiempo. Es una imposición de las experiencias pragmáticas de la arquitectura española en otro contexto diferente al original.

-Casa del Fundador, Tunja, COLOMBIA. Tunja presenta una cantidad de viviendas del siglo XVI de tal calidad que se puede decir que es el conjunto mejor conservado de Sudamérica de dicho silgo.



La “Casa del Fundador” es un ejemplo de ello. En ella vuelve a salir a flote la tradición mudéjar en los alfices, patios de columnatas ortogonales que en ella se pueden ver, además de algunos increíbles paneles murales extraídos directamente de los grabados de Durero.

Además es un reclamo turístico de primer orden en esta ciudad colombiana.

-Iglesia parroquial de Trujillo, VENEZUELA. Es uno de esos ejemplos de arquitectura reconstruida, pues en 1595 ya se conoce su estado de ruina. Esto es lógico si sabemos que fue hecha por los vecinos de la zona y con unos recursos que impedían una firmeza de materiales que ayudara a prosperar en el tiempo. Los cimientos eran de tierra muerta y de una tierra llamada “pizarrilla” que se deshace con las manos, de ahí que en 1610 el cabildo pidiera al Consejo de Indias la reedificación del templo.

 -Sutatausa, COLOMBIA. Capilla de indios y capilla posa. El legado mexicano es indudable en el ambiente hispanoamericano, y la forma de evangelizar fue una adopción por parte de los diferentes virreinos. Así, la realización de capillas posas o capillas de indios como esta es una. En ellas destaca el alargamiento de la planta por dos cuestiones: una la condicionalidad de la madera, que conlleva a espacios más largos de forma natural y el amplio número de fieles a los que estaban destinadas estas construcciones. El legado del mudéjar es muy fuerte, como apunta el profesor Corradine Angulo, de ahí la experimentación con las formas en madera, sobre todo en las techumbres.







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