EL ALTAR DE ZEUS EN PÉRGAMO. COMENTARIO.

Si por algo se caracterizaron los monarcas del período helnístico fue por su afán de proyectar a la sociedad su absoluta grandilocuencia y ostentosidad, muchas veces en forma de edificios monumentales, tal y como ocurre con este ejemplo u otros, como es el caso del Maousoleo de Helicarnaso, la zona de Alejandría, en Egipto, o la misma Aintioquía, en Siria.

Maqueta de la Acrópolis de Pérgamo. Localización del Altar de Pérgamo.

Pérgamo, localizado en la zona de Asia Menor, se iría fraguando con el paso de los años como el núcleo del arte helenístico, algo que se ve reforzado gracias a las políticas absolutistas de monarcas como Eumes II o Atalo II.

Este altar, considerado una de las "Ocho Maravillas del Mundo Antiguo," es un fiel reflejo de la moda del momento, como es la de alzar altares que antiguamente se levantaban ante los templos de modo provisional; pero ahora de forma totalmente independiente, monumental y destinada a sacrificios.

Este concretamente adopta una forma de "abrazo" hacia el espectador gracias a esos dos antepechos que sirven además para encuadral el propio altar. La planta es casi cuadrada (36x38 metros) y consta de una gran escalinata y plataforma sobre la que se asienta el cuerpo del monumento.

Altar de Zeus en Pérgamo, siglo II, a.C, Museos del Estado, Berlín.
La esacalinata central del edificio destaca por ser muy prolongada. El zócalo, por su parte, está decorado con ricos relieves, mientras que la columnata de orden jónico hace las veces de "pantalla visual" cuya función es ocultar en cierto modo el altar de los sacrificios.

La sensación de volúmenes está muy bien conseguida gracias a un recurso arquitectónico estudiado: elevar el podium de forma notable y reducir la altura de las columnas. Los griegos fueron maestros en el estudio y los juegos visuales a veces empleando técnicas un tanto contradictorias: de forma regular incluían -conscientemente- "fallos" o "equívocos" en sus edificios y composiciones para que, al visualizarlos, pareciesen "perfectos", pues si lo hacían de forma absolutamente perfecta, el ojo humano (imperfecto por definicíón), observaría irregularidades.

Un enorme pino recuerda el emplazamiento original del altar de Pérgamo en Asia Menor (actual Turquía)

Los frisos están decorados con colosales esculturas de unos dos metros y medio siguiendo el tema de la Gigantomaquia (la lucha entre los gigantes y los dioses), todo ello de forma absolutamente narrativa y continuada.

En la imagen, Artemisa, diosa de la caza, avanza y pisotea sin pudor el cuerpo de un gigante muerto. Ante ella, otro gigante barbudo está sufriendo una atroz muerte: su perro (el de la diosa) le ha mordido en la nunca y este, ante tal desesperación, lucha contra él arrancándole un ojo. Mientras todo esto ocurre, un esbelto joven avanza en busca de la diosa sin necesidad de protegerse con su escudo.

Zeus lucha contra cuatro gigantes ayudado tan sólo por la figura de un águila.

La iconografía nos remite a los triunfos de Zeus y Atenea sobre sus enemigos, los gigantes pero que en realidad no era más que una parábola para representar las disputas entre ellos (los griegos) y los bárbaros. El propio rey de Pérgamo representaría moralmente al popio Zeus, protegido, además, por Atenea.

Varios dioses, entre los que se encuentran Doris, Nereo, Océano y Tetis (en alusión al mundo marino), empujan escaleras arriba a una serie de gigantes. Sus mojados atuendos dan la sensación de pesadez y humedad, recordándonos así que estamos ante algunos de los más importantes dioses relacionados con el agua.

Parece que estamos ante la representación de la Noche, aunque no deja de ser una imagen un tanto controvertida. Tal vez está luchando contra el Día y, durante esta disputa, le lanza una vasija llena de serpientes.

Desde 2014, Pérgamo está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO gracias en parte a obras como esta que hemos expuesto, aunque por labores de restauración, el altar permanecerá cerrado al público hasta finales del año 2019.

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