La
tierra de extremos de la época de la Reconquista ha sido desde antiguo por su
amplitud geográfica y su situación de puente entre la Meseta y el Sur, un
territorio sometido a las más variadas influencias. Tierra de los extremos, que
no extrema.
Cuenta
un autor anónimo, argumentando la denominación con avatares históricos, cómo el
rey don Bermudo de León fundó un ejército que alistó a los extremos del Duero
para pelear con don Vela, caudillo de los moros. Y, como el Duero fue extremo
de ambos ejércitos, de aquella ‘Extrema Dorii’ salió el nombre de Extremadura.
Se
ha dicho que esta tierra de frontera está lejos de todas partes. Pero eso, al
menos ahora, es incierto, es falso.
Es
posible que esté alejada del ruido, de la polución, de las prisas, incluso del
poder. Pero está al lado de sí misma, y de los suyos. Mantiene inequívoca sus
señas de identidad. Mima su historia. Vigila expectante el porvenir. El aire es
aún transparente. Las aguas, vírgenes. La tierra, bien vestida. Las piedras
engalanan y se perpetúan. El silencio es sonoro. La tranquilidad es paz. El
sosiego; meditación y esperanza. Los sueños, poco a poco, se van haciendo
realidad. Y el futuro aguarda a la vuelta de la esquina de cada amanecer; en
las sombras de cada anochecida.
(Intruducción del programa: "Extremadura desde el Aire")
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