SAN ANDRÉS APÓSTOL, DE OFICIO: PESCADOR... DE HOMBRES

NOTA: Texto realizado tomando como referencia la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol de Torrejoncillo (Cáceres, Extremadura, España).

Andrés. Varón hermoso, firme, muy varonil y primer seguidor de Cristo. Así define la tradición cristiana el significado de su nombre. Fue, además de eso, un excelente pescador, y no es para menos pues contaba en su haber con un excelente maestro de la materia: su hermano San Pedro.

San Andrés (El Greco)

Sin embargo, tanto él como su hermano Pedro, Santiago y Juan, pronto dejarían este oficio para dedicarse única y exclusivamente a predicar la palabra del Señor. De hecho fue el propio Jesús el que así lo pidió: “Venid conmigo, yo os haré pescadores de hombres”. Así fue como poco a poco se formó el grupo de los doce apóstoles, de ahí que tanto San Andrés como el resto aparezca casi siempre con el libro sagrado en la mano, símbolo por antonomasia de la evangelización cristiana.
Pintura de San Andrés localizada en la sacristía de la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol de Torrejoncillo (Cáceres, Extremadura, España), datada en la década de 1580 y realizada por Juan de Ribera.

Pero el clásico atributo de San Andrés siempre ha sido la cruz en forma de aspa. Lo vemos en infinidad de representaciones, entre ellas en la portada de acceso a la iglesia de Torrejoncillo, en el retablo o en las recién descubiertas pinturas de la sacristía. Para comprender su significado, debemos remitirnos a la escena de su crucifixión y muerte, muy diferente por cierto a la de Cristo. El responsable, el procónsul Egeas, quien hablaba de Jesús como un hombre que sólo predicaba literalmente “sandeces”.

A San Andrés no le clavaron en el madero, primero le azotaron y más tarde lo ataron a él de pies y manos para que tardase más en morir. Un par días duró su martirio, durante los cuales no paró de predicar ante unas veinte mil personas la palabra del Señor. Antes de fallecer, Egeas le invitó a arrepentirse, pero San Andrés, convencido, le respondió: “¿A qué vienes? Si es para pedir perdón, lo obtendrás; pero si es para desatarme y dejarme libre, no te molestes; ya es tarde”. Una vez muerto, su cuerpo fue enterrado curiosamente por Maximila, la esposa de Egeas, su verdugo, quien, por cierto, fue estrangulado por el demonio cuando volvía a su hogar.

La tradición cristiana sostiene el hecho de que San Andrés fue crucificado en una cruz en forma de “X” o “crux decussata”. Pero, ¿por qué? En primer lugar porque éste deseaba emular la forma en la que murió su hermano Pedro. San Pedro efectivamente fallecería en un madero con forma de aspa, sin embargo su cuerpo quedó prendido boca abajo. A diferencia de él, San Andrés moriría con la cabeza mirando hacia el cielo. ¿Cómo se ha llegado a esta conclusión? Debemos tener en cuenta que el nombre de “Andrés” podría provenir de la palabra “antrophos”, la cual se compone de una raíz “ana”, que significa “arriba” y “tropos”, que significa vuelto. Por lo tanto, si atamos cabos y traducimos literalmente, Andrés significa “hombre vuelto hacia arriba”, es decir, hacia los cielos, o lo que es lo mismo, en actitud de mirar constantemente a su Creador.


Y todavía hay algo más curioso. Rastreando en la etimología de la palabra “Cristo”, vemos que en el griego antiguo su nombre se escribía tal que así: “Χριστός”. Lo vemos en multitud de lugares. Sin ir más lejos, en la barandilla que remata la fachada principal de nuestra iglesia tenemos el famoso crismón de Cristo con la “X” y la “P” correspondientes a las iniciales de “Χριστός” acompañadas por el “α” de alfa o “principio” y ω de omega o “final”, es decir: “Cristo. Principio y fin”. Entonces, ¿podría existir una relación directa entre la “X” inicial de esta palabra griega y la cruz en forma de “X” en la que fue crucificado San Andrés? Tal vez la respuesta sea otra pregunta; ¿por qué no?



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