" (...) El quinto planeta era muy curioso. Era el más pequeño de todos, pues apenas cabían en él un farol y un farolero que lo habitaba. El principito no lograba explicarse para qué servían allí, en el cielo, en un planeta sin casas y sin población un farol y un farolero. Sin embargo, se dijo a sí mismo:
— "Este hombre, quizás, es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, el vanidoso, elhombre de negocios y el bebedor. Su trabajo, al menos, tiene sentido. Cuando enciende su farol, es igual que si hiciera nacer una estrella más o una flor y cuando lo apaga hace dormir a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy bonita y por ser bonita es verdaderamente útil..."
(...)
Mientras el principito proseguía su viaje, se iba diciendo para sí:
— "Este farolero sería despreciado por los otros; por el rey, por el vanidoso, por el bebedor y por el hombre de negocios. Y, sin embargo, es el único que no me parece ridículo, quizás porque se ocupa de otras cosas y no de sí mismo..."
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