ANÁLISIS/COMENTARIO DE LA PORTADA DE SAN PEDRO DE MOISSAC

La portada de San Pedro de Moissac, junto con la de Conques, Vezelay y Autum constituyen el cuarteto clásico de lo que a portadas románicas se refiere, todas ellas al amparo de lo que suponía el trasiego de gente que transitaba a lo largo del Camino de Santiago.

Y es que en la portada de San Pedro de Moissac se aglutinan las características propias de la portada románica al presentar un portal claramente abocinado compuesto por molduras que se superponen y acompañan la forma curva del arco ("arquivoltas"), arropando de esta forma la puerta de acceso al interior y cobijando el famoso tímpano, que se alza monumentalmente gracias al dintel que lo sostiene en la parte central y unas jambas que sirven, además de elemento decorativo, como elemento contructivo para sostener parte del peso del conjunto. Como elemento vertical, destaca -como no podía ser de otra forma-, el parteluz, responsable asimismo de dividir el acceso en dos. Cierto es que el tímpano es la zona por excelencia donde existe una mayor riqueza escultótica y donde se desarrolla el programa iconográfico, pero sería un error obviar la decoración de las demás partes del conjunto pues prácticamente todos los elementos anteriormente citados presentan una riqueza ornamental propia del gusto de la época. (Ver partes de una portada románica)



Portada de San Pedro de Moissac, artista desconocido, año 1130, estilo románico, piedra.

Centrémonos pues en el tímpano, antes de citar otras cuestiones. En la parte central destaca la figura de Cristo Majestad no solo por la posición que ocupa, sino también por el tamaño respecto al resto. Juan (águila), Marcos (león), Lucas (toro) y Mateo (ángel), lo custodian y lo protegen formando un tetramorfos de gran calidad y dos arcángeles, con rollos de plegarias, cierran esta parte central sobre la que el espectador enfoca su atención en un primer momento. Pero hay más. El resto de personajes, distribuidos por las zonas paralelas del conjunto y en la parte inferior del mismo, representan a los 24 ancianos del Apocalipsis, quienes "han de adaptarse" a la zona restante y semicircular del espacio al que le han sido destinados, exceptuando los representados en la parte inferior, quienes conforman un friso regular. Las miradas se dirigen de forma unánime hacia la figura de Cristo, un juego de posturas que, además de incidir en la figura importante de la escena, ayuda a que el espectador "no se pierda" al mirar el conjunto y estos les ayuden a dirigir la mirada al centro del tímpano. Las hileras de los ancianos, quienes llevan consigo copas del ofertorio o ciertos instrumentos musicales, están separadas por olas del mar de cristal (Apocalipsis 4,6: "Delante del trono había como un mar transparente semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono (...)"), presentes también en las jambas. El dintel por su parte está compuesto por una serie de ruedas de fuego en alusión al infierno.

El espectador puede observar que las figuras se adaptan al marco aqquitectónico y que no existe ningún reparo a la hora de deformar ciertas partes del cuerpo si fuese preciso dentro de un espacio sin embargo estudiado en el que los personajes se distribuyen siguiendo conceptos de simetría (en relación al orden divino) y jerarquía (los personajes de mayor importancia, de más tamaño).

La minuciosidad con la que está trabajado el conjunto es uno de sus puntos fuertes. Muchos han visto en la figura de Cristo una figura robusta, plana y tosca, sin embargo, lejos tal vez de ser fruto de una icapacidad del escultor o escultora, es más bien un recurso para potenciar la imagen solemne del personaje fundamental. Prueba de ello es la capacidad del artista por gestualizar los rostros y trabajar las posiciones de los ancianos del conjunto.

El tema tratado -como no podía ser otro en las portadas románicas-, es el Apocalipsis (último libro del Nuevo Testamento), momento en el que Cristo aparece entre los hombres para juzgar a vivos y a muertos. Según la doctrina, aquellos a que cedan ante la lujuria, los vicios y la avaricia serán condenados al infierno, efecto drástico que el visitante de Moissac debe saber y así se lo hacen llegar con bajorrelieves dispersos por los laterales de la portada a través de pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento.

Otras figuras destacadas son las de Isaías, en la jamba izquierda, San Pedro en la de la derecha y las bestias del Apocalipsis, localizadas con gran calidad en el parteluz.

Como se puede observar, durante el románico se tiende a no prestar excesiva importancia al realismo y se tiende por la simplificación de lo representado, lo cual no exime a conjuntos como este de contar con una calidad escultórica suprema. Lo importante era transmitir el mensaje, que la obra fuese un elemento didáctico y que aquel que lo viese, más allá de disfrutar de la belleza artística y plástica, comprendiese e interiorizase lo que suponía la figura de Cristo.

El conjunto pertenece a la fachada (Sur) de la iglesia de la abadía de San Pedro de Moissac (en fracés Abbaye Saint-Pierre de Moissac), un punto destacado dentro del Camino de Santiago y declarada, junto con otros puntos destacados del Camino de Santiago de Francia como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1998.


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