RETABLO MAYOR DEL MONASTERIO DE SAN BENITO DE VALLADOLID (BERRUGUETE)

RETABLO MAYOR DEL MONASTERIO DE SAN BENITO
(VALLADOLID)
Alonso Berruguete (1490-1561)

Se debe tener por costumbre, antes de analizar cualquier obra de arte, contextualizarla en la historia para desmigajar más tarde las piezas que la componen y saber qué lazos han determinado su resultado final.

Dicho esto, comenzaremos por aclarar qué suponía la escultura en la época de Alonso Berruguete, un artista del nuevo arte consagrado dentro y fuera de las fronteras españolas. Es un género muy trabajado, como ocurría en la “cuna” italiana, pero muy ligado al mundo religioso y con un afán de expresividad con el fin de llegar al público. 

Pero no será el polivalente Berruguete (pues desarrolló de igual modo la pintura) una pieza más de la cadena, merece mención especial. De lo que sabemos de él, podemos decir que era un hombre invariable en el sentido práctico de la obra, y muy poco caballeresco en su ser. Trabajará en Valladolid, ciudad a la que nos referiremos para hablar sobre el retablo del Monasterio de San Benito y que había venido cobrando importancia a favor de Burgos. Tras viajar a Italia y conocer las obras de los grandes maestros (M. Ángel, Leonardo) y las antiguas (pues según sabemos por Vasari copia la escultural de “Laocoonte”, regresa a España con la experiencia manierista florentina bajo el brazo. 


Es importante este punto ya que cuando el maestro se dispone a realizar la obra no duda en dar rienda suelta a sus conocimientos lejos de España. Es una obra con eco de su pasado. Tanta fue la relación con Bounarroti que “el genio” le recomendó a su hermano en una carta (2 de julio de 1508) invitándole a ver el cartón de la “Batalla de Cascina” en la iglesia de Santa María de Novella que había hecho el español. Por lo tanto digamos que no copia, pero se inspira en lo anterior. Con ello y ya en 1537, se dispone a realizar la obra a analizar.

Antes de seguir, conviene saber que hoy está desmontado de su lugar de origen. Actualmente se expone en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La causa de esto hay que buscarla en las desamortizaciones realizadas y el deterioro que eso atrae. Estaría destinada a cubrir una cabecera de estilo gótico.

Según se puede saber por las fuentes1, en sus inicios constaría de dos cuerpos generales, que se desarrollará más delante de forma pormenorizada. Textualmente, se cita y se describe así:

El primero con doce columnas balaustradas, entre las cuales hay seis medallas de relieve, y dos cuadros, en el uno está pintado el Nacimiento del Señor, y en el otro la Huida a Egipto. Consta también este primer cuerpo de doce estatuas en sus nichos. El segundo cuerpo es parecido. Contiene estos seis tableros con relieves de niños y dos cuadros en campo de oro así como dos medallas historiadas. Sobre el entablamento de este cuerpo hay una grandísima concha dorada. Todo el retablo está decorado y pintado. Las figuras principales del primer cuerpo son, San Benito echando la bendición y en el segundo cuerpo la Asunción de Nuestra Señora con ocho ángeles…”

El remate, en un frontispicio triangular en cuyos tímpanos se representan figuras con sacrificios. Otras figuras hay sentadas, encorvadas sobre la cornisa que parecen soldados pretorizados pertenecientes al calvario y son, al menos, de tamaño natural.

En el zócalo2 habría grandes tableros y en ellos unos relieves de ramos con flores, todo ello retorcido, en lo que podría ser una composición a candalieri3 que tanta huella tenía por entonces.

Estaría la zona policromada con óleo mate, en blanco y rojo con toques de azul pálido, aunque las fuentes han dado poca información sobre este espacio y su reconstrucción ha sido complicada.

En el pedestal, por ejemplo, habría ocho encajonados entre dos pedestales cuyos frentes y costados estarían compuestos por tableros libres tallados con cartelas de lazos en los que van grabadas las siglas de JHS, de María o las palabras de la salutación angélica. Colgantes, mascarones, cabezas de carnero y esfinges aladas con colas de serpiente armonizarían la cola.

El primer cuerpo del banco estaría compuesto por doce columnas abalaustradas entre las que se colocarían seis medallas de relieve y dos cuadros, en uno representando el Nacimiento del Señor y en el otro la Huída a Egipto. También habría doce estatuas en sus nichos y, como hemos señalado anteriormente, la figura de San Benito bendiciendo. Pero es necesario destacar la falta de zócalos y frisos por encima y debajo de los nichos, en especial en la zona del Santo principal a venerar, que vendría a recoger, con esos elementos, la influencia de Italia una vez más. También cabe señalar la escena de la adoración de los Magos.

Pero si hay una figura que destaca por encima del resto y que salió de la mano de Alonso y que no conviene dejar pasar por alto (ya que refleja muy bien su estilo), ese es el Martirio de San Sebastián, ya que parece que, según los autores, está claramente inspirado en las figuras de Miguel Ángel. Para dar esta afirmación, son varios los argumentos utilizados. Por ejemplo, la influencia manierista palpita en la irreal policromía del cabello del santo y el tronco del árbol.

Además, la forma serpentinata que tanto gustaba en Italia se ve perfectamente en la composición, además de dotar a los cuerpos ya con una robustez notable y un alargamiento que poco se había dejado ver antes en España. El rostro muestra esa carga psicológica para más inri y dejar más clara la influencia miguelangelesca de la figura de Berruguete.

En cuando a su técnica4, no hay nada realmente nuevo. Como se fija en el contrato, se debería hacer de una madera de alta calidad, y qué mejor que la de nogal para esculpir. Para policromar las figuras se siguió la técnica del estofado para ennoblecer las tallas, pues la aplicación de los panes de oro y su capa de pintura posterior hacía de ellas un verdadero derroche de brillo e impacto visual.

Y qué decir del Sacrificio de Isaac, momento en el que Abraham arrebata contra su hijo para demostrarle a Dios su fe. Punto culminante el aquí representado. Como bien se sabe, nunca llega a terminar en tragedia la escena, puesto que la mano divina de Nuestro Señor impide, por medio de un ángel, que corra la sangre en el Monte Sinaí. Berruguete no duda en plasmar los cánones manieristas aprendidos en su viaje hacia tierras florentinas y una vez más podemos observar los rostros expresivos, los cuerpos en tensión y la agobiante composición con una masa cuyo objetivo no es otro que el de captar la realidad e ir un paso más allá si cabe.

La composición de los órdenes5 que plasmó Berruguete en este retablo denota el libre albedrío que se toma en algunas obras. Va claramente en contra de la lógica constructiva, los trabaja con absoluta despreocupación y con un criterio claramente decorativo, aunque también es cierto que todavía no se habían codificado las normas clásicas. El segundo cuerpo del banco, por su parte, mantendría una composición prácticamente similar a la del primero. Las figuras principales en esta zona, repetimos que son los ocho ángeles con Nuestra Señora.

Pero, ¿qué hay del contrato6 para realizar tal tarea? Las condiciones se firmaron un 27 de marzo de 1527 y ese documento lo conservó el propio artista. EN su descripción, se puede leer que el artista se comprometía a hacer tres cuerpos verticales, formando en planta tres lados de un supuesto decágono y todo ello abierto a modo de tríptico.

En el medio, tres representaciones históricas siguiendo el siguiente órden: primero San Benito7, encima la Asunción y finalmente el Calvario. Coronando las tres, una venera. En los cuerpos laterales, figuras exentas determinadas por el Padre Abad. En medio del banco irían las figuras de los doce Apóstoles exentas.

Entre ellos, la custodia. Es curioso que el detalle de la decoración y la ornamentación del retablo se dejasen totalmente libre albedrío y se le diese carta blanca a Berruguete para esculpir lo correcto. Solamente se le exigía usar materiales de gran calidad.

También se dejó firmado que el autor debería hacer obligatoriamente los detalles de las manos y de los rostros de las personas, pudiendo dejar a un lado las zonas secundarias para que las esculpiesen unos ayudantes del maestro, y también en el acabado y la terminación de determinadas partes de los cuadros. El plazo que se le da para ejecutar la obra es de cuatro o cinco años, y ya se daba por hecho que la obra iba a costar más de lo que Alonso iba a cobrar por hacerla (300 ducados de oro por año8)

Años después de colocar ya el altar en el templo, un discípulo y ayudante de Alonso Berruguete, Francisco Giralte, a quien se le había encomendado ejecutar las tallas en parte de la sillería del coro de la Catedral de Toledo, ejecutaría el altar de la iglesia de San Pedro, en Tierra de Campos, Valladolid. Y en él se puede ver una clarísima inspiración en el retablo de San Benito de Berruguete, con unos toques de variabilidad y cierta simplificación en las formas, con una traza achicada aunque siguiendo siempre el camino impuesto por Alonso.

BIBLIOGRAFÍA.

CAMÓN AZNAR, J. Alonso Berruguete. Crítica e interpretación. ESPAPASA-CALPE. Madrid, 1980
CANDEIRA PÉREZ, C. “Alonso Berruguete en el Retablo de San Benito el Real de Valladolid”. Gráf. Andrés Martín S.S. Valladolid. 1959
REVILLA, A. “Boletín del Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid”, núm. 6, mayo 1926)
http://www.sbenito.org
1 REVILLA, A. “Boletín del Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid”, núm. 6, mayo 1926)
2 Para esta parte se seguirá el libro de Camón Aznar. CAMÓN AZNAR, J. Alonso Berruguete. Crítica e interpretación. ESPAPASA-CALPE. Madrid, 1980
3 Se denomina así a los motivos grutescos ordenados en torno a un eje de simetría, en relación con los candelabros. Por ejemplo, esto también se puede ver en la fachada de la Universidad de Salamanca, (1522-1529)
4 CAMÓN AZNAR, J. Alonso Berruguete. Crítica e interpretación. ESPAPASA-CALPE. Madrid, 1980
5 Para esta aclaración, se ha usado el artículo de Constantino Candeira Pérez y no el libro de Camón Aznar.
6 CANDEIRA PÉREZ, C. “Alonso Berruguete en el Retablo de San Benito el Real de Valladolid”. Gráf. Andrés Martín S.S. Valladolid. 1959
7 San Benito (Nursia, 480, Montecasino, 547) es considerado el padre de la vida monástica en Occidente. Además, fundó la orden de los benedictinos basándose en la autosuficiencia como forma de vida. Entre sus obras, destaca la “Santa Regla” o “Regula monachorum”, un documento bibliográfico que sirvió de inspiración y organización en otras comunidades religiosas. (Recurso web: http://www.sbenito.org)
8 Unos 8.000 euros al año de hoy aproximadamente. 600 euros al mes cobraría Alonso Berruguete.

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