COMENTARIO - "EL NACIMIENTO DE VENUS" (BOTTICELLI)

La revolución que supuso "El nacimiento de Venus" de Botticelli fue notable ya que por primera vez se trata en un cuadro de gran formato un tema mitológico en el que se recupera el desnudo de los antiguos, algo que se había perdido después de los siglos de Vírgenes decorosamente vestidas. Sin duda, en esta obra se aportan numerosas soluciones pictóricas interesantes.

El nacimiento de Venus, Sandro Botticelli, 1485, Renacmiento (Quattrocento), témpera sobre tabla (1,72 x 2,78 metros), Galería de los Uffizi, Florencia.


Sandro di Mariano Filippei, conocido como Botticelli (ya explicamos en este blog el motivo por el que adoptó este nombre) se inicia como orfebre pero a la edad de 17 años se pasó al mundo de la pintura. Se forma en el taller de Filippo Lippi y con el paso de los años tendría encargos de familias históricas como la familia Médici o el papa Sixto IV, para quien decoraría con frescos las paredes de la Capilla Sixtina.

Pasemos ahora al análisis de la obra propiamente dicho.

Lo primero que llama la atención posiblemente es la nitidez con la que aparecen las figuras, distinguiéndolas con facilidad del fondo. Esto es posible gracias al uso de líneas negras que delimitan los contornos de los representados. Los colores son muy suaves y las luces uniformes, lo que le otorgan a la obra un cierto toque de irrealidad. Asimismo cabe destacar el contraste que se produce entre la palidez de los personajes femeninos y la piel oscura del masculino. En cuanto al modelado de las figuras, cabe destacar que se trata de algo superficial dando como resultado algo plano, con cuerpos delgados de escasa musculatura en comparación con obras de otros artistas del Renacimiento.

Se sigue una sencilla composición que a su vez está llena de fuerza. Las cuatro figuras se relacionan entre sí generando un cierto movimiento que le ofrecen una tensión relativa a la escena. Venus, en el centro, recibe un soplo de viento mientras que se apoya sobre una sola pierna, quedando la otra libre (algo que viene de la estatuaria griega). Con ello se consigue una cierta sensación de vulnerabilidad que es acentuada por su púdica desnudez. A la derecha de la obra está la Primavera, que equilibra el cuadro mientras trata de cubrir a Venus con un manto. De esta forma, Botticelli sacrifica la realidad para datar de armonía y gracias a sus figuras. Figuras en las que hay una cierta exageración en algunas partes. Tómese como ejemplo los brazos excesivamente largos de Venus, un cuello notablemente estirado y unos hombros caídos y estrechos. En cuanto al paisaje, es concebido como un marco idealizado que está en consonancia con la temática de la obra.

Pero, ¿qué representa esta obra?

En contra de lo que puede pensarse, no representa el nacimiento de Venus como tal, diosa romana del amor y de la belleza, sino de su llegada a la isla de Citerea, donde según La Metamorfosis de Ovidio arribó después de nacer de la espuma marina. De esta forma, Venus emerge del mar sobre una concha y es empujada hacia la playa por los vientos de Céfiro (viento del Oeste) y de Cloris, su señora de las flores. A la derecha, la Primavera, una de las Horas o diosas de las estaciones, que espera su llegada para arroparle con un manto bordado. Estas interpretaciones mitológicas dan paso a otras representaciones neoplatónicas que Botticelli ya conocía al ser miembro de los círculos de los Médici. De esta forma no se trata solo de una simple exaltación de la belleza femenina sino una alusión al amor en todas sus formas en el conjunto de la naturaleza. De hecho la obra está repleta de símbolos: las rosas que caen sobre la diosa hacen referencia al amor (ya que la flor hace referencia a la alegría y las espinas al dolor), la concha nos habla de la fertilidad o la guirnalda de mitro el amor eterno.

La concepción de la pintura de Botticelli es más poética que científica. El objetivo del artista no fue tanto representar un espacio real, sino un espacio trascendente. El lirismo de sus cuadros es fruto de su interés por plasmar figuras idealizadas. Las flores, la esquematización del fondo con esas olas en forma de escamas y el uso de colores delicados y brillantes le otorgan una sensación de irrealidad característico. Técnicamente, Botticelli se diferencia del resto por la excepcional calidad de su dibujo y por su habilidad para delimitar los contornos de las figuras. De hecho fue el primero en retomar los temas mitológicos de forma idealizada. Además se le considera pionero en la integración del fondo en el cuadro, de forma que aquel contribuía a establecer su significado.

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