LAS ESCULTURAS CALLEJERAS MÁS SUGERENTES DEL MUNDO

Afortunadamente a veces el arte de los museos para colarse entre el ruido de la ciudad con el objetivo de detenernos, aunque a veces sea complicado, y hacernos reflexionar.

El significado de estas esculturas es toda una lección de humanidad y compromiso social.

La pistola anudada (Nueva York), de Carl Fredrik Reuterswärd. Hecha como respuesta al asesinato de John Lennon y colocada ante la sede de la ONU. Aunque se trate de un arma, hoy es, paradójicamente, un símbolo de paz.


Primera generación (Singapur), de Chong Fa Cheong. Dedicada al "niño que juega en la calle" alejado del ruido, la polución y el caos de la ciudad.

El burócrata desconocido (Reikiavik), Magnús Tómasson. Con esta escultura se hace un guiño a peso emocional del día a día que han de soportar las personas que se dedican al mundo de los grandes negocios.


Los viajeros (Marsella), de Bruno Catalano. Homenaje a los inmigrantes, personas que al abandonar su casa y su familia quedan "vacías" emocionalmente, de ahí que estén intencionadamente incompletas.


Rompe tu molde (Philadelphia), de Zenos Frudakis. Representa la sensación de libertad que supone romper los moldes y los esquemas impuestos por la sociedad. La escultura, en serie, va escapando poco a poco del cautiverio emocional.


Memorial de la Gran Hambruna (Dublín), de Rowan Gillespie. Homenaje a quienes tuvieron que abandonar el país a mediados del siglo XIX como consecuencia de una gran hambruna.


Los zapatos en la ribera del Danubio (Budapest), de Gyula Pauer y Can Togay. Homenaje a los más de 12.000 judíos que fueron asesinados durante la II Guerra Mundial y quienes antes de ser arrojados al río debían quitarse sus zapatos en la orilla.


Hachiko (Tokio). Esta escultura recuerda la historia de Hachiko, un perro que iba de forma regular a la estación de Shibuya para encontrarse con su amo, quien un día falleció de forma inesperada lejos de su hogar. Sin embargo el perro, como muestra de fidelidad y lealtad, acudió durante 9 años al mismo sitio y a la misma hora con la esperanza de que volver a verle.


Monumento a un transeúnte anónimo (Breslavia), de Jerzy Kalina. Homenaje a todos aquellos polacos que, durante años, tuvieron que vivir "anchados" al silencio y atemorizados por la delicada situación de su país.
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