COMENTARIO - PANTÓCRATOR DE SAN CLEMENTE DE TAHULL (LLEIDA)

El Pantocrátor de San Clemente de Tahull es una de las pinturas más conocidas no solo del arte románico sino de todo el arte español en general. En ella se pueden apreciar todas las características generales de la plástica románica que se realiza con el fin de plasmar la imagen de la divinidad igualmente propia de la época con una actitud autoritaria e incluso furiosa. 


La figura de Cristo aparece como juez y está enmarcada en una mandorla dónde se escriben Alfa y Omega, símbolos del principio y fin de todas las cosas. Latitud del Pantocrátor en la habitual: en didascálico, esto es, tiene en una mano el libro sagrado con la inscripción EGO SUM LUX MUNDI mientras bendice con la otra. A su alrededor están los cuatro tetramorfos cuyos símbolos son sostenidos por ángeles. Completa en el espacio un serafín y un querubín. Ya en la parte inferior se representan una Virgen y 5 apóstoles. Todo ello deja patente la jerarquización temática que preside la composición en este ábside. Desde el. de vista se trata de impresionar al espectador con la fuerza y el poder de la unidad por lo que la obra es un perfecto ejemplo de expresionismo pictórico medieval. En este sentido en primer lugar se destaca el tratamiento cromático con el dominio en el entorno de Cristo de un azul pleno y luminoso que rompe la unidad cromática predominantemente cálida. Sin embargo son los rastros del rostro y el tratamiento de los pliegues del ropaje los que rubrican la fuerza expresiva de este tremebundo Pantocrátor. Tus ojos son dos severos círculos negros mientras que la nariz está compuesta por dos líneas paralelas que dividen el rostro y se prolongan en una cejas altas y abiertas que agrandan el gesto de la cara. Por su parte la banda y el pelo compone una especie de simetría compasiva y esquematismo lineal. Los pliegues del vestido están hechos mediante una suerte de trazos paralelos que marcan el ritmo de líneas gruesas y contrastadas. Finalmente los pies mantienen la forma en V.

Todo ello reduce la imagen de una concepción geométrica de figura, con lo que se consigue una abstracción de la realidad y una representación perfecta de la divinidad sobrenatural que no es de este mundo. La fuerza expresiva y la rotundidad de sus trazos impactan junto con el color y resumen perfectamente todo el vigor y la calidad de la pintura románica.

La obra como tal data del siglo XII y aunque no se conoce exactamente el artista, se piensa que pudo ser hecha por el conocido como "Maestro de Tahull" por su similitud con obras similares en algunos aspectos. Está enmarcada sobre una bóveda de cuarto de esfera en el ábside de la Iglesia de San Clemente de Tahull (Lleida) y cuenta con un diámetro de 4 metros. 

No debemos pasar por alto que en la época en la que esta obra fue realizada la gran parte de la sociedad era analfabeta, por lo que eran muy pocos los que tenían accesos a los evangelios, de tal forma que el arte románico creó un sistema en sí mismo con una clara intención divulgativa mediante unos modelos simples y directos con el fin de adoctrinar a la población. Esto requería por tanto una cierta abstracción y estilización, abandonando así el sentido de mímesis y adquiriendo un simbolismo para que los fieles pudiesen identificar los temas y las imágenes, de tal forma que se deja a un lado recursos clásicos como el empleo de la perspectiva o los canales y también el uso de sombras con el fin de crear volumen, originando así un predominio de la línea sobre el color. Las figuras representadas tienen aspectos estéticos que se asimilan a la escultura románica, como la ley de adaptación al marco que permite adaptarse al espacio arquitectónico en el que están representados.

Sobre el año 1000 a consecuencia de un sentimiento milenarista en el que se auguraba el fin del mundo y unido otras circunstancias como enfermedades epidémicas y hambruna, genera a una creencia histórica de tipos estéticos basados en el Apocalipsis, como por ejemplo este Pantocrátor, que es la representación de Cristo juez en su trono (también conocido como Maiestas Domini) y que se encuentra rodeado por el tetramorfos, una visión simbólica de los evangelistas, así como escenas del Juicio Final. 

Con el gótico en las representaciones abandonarán la rigidez y será más naturalistas introduciendo nuevos tema en el que se empiece a representar la figura de Cristo hombre y más tarde en el Renacimiento los formalismos románicos se habrán abandonado para siempre.

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