Hay obras de arte que guardar un misterio sobre su significado. Sin duda, una de ellas es "El concierto" de Vermeer, considerada la obra de arte robada más cara del mundo. Se calcula que fue pintada alrededor de 1660 (documentada por primera vez en 1780) y hasta su robo, estuvo expuerta en el Museo Isabella Stewart. Fue el 18 de marzo 1990 cuando un grupo de ladrones vestidos de policía se hizo con esta y otras piezas. Hasta la fecha, esta obra está desaparecida y se estima que su valor puede rondar los 250 millones de dólares. Pensar que una pintura de apenas 72,5x64,7 cm tenga tal valor es, cuanto menos, espectacular.
En su web, el museo describe así el hurto:
En la madrugada del 18 de marzo, un vehículo se detuvo cerca de la entrada lateral del Museo. Dos hombres con uniformes de policía presionaron el timbre del Museo, dijeron que estaban respondiendo a un disturbio y pidieron que los dejaran entrar. El guardia de turno rompió el protocolo y les permitió pasar por la entrada de empleados. A petición de los oficiales falsos, se apartó del mostrador de vigilancia. Él y un segundo guardia de seguridad fueron esposados y atados en el sótano del Museo. Los ladrones partieron con 13 de las obras de arte 81 minutos después.
La escena propiamente dicha y que analizaremos en profundidad, es de tipo musical. En un ambiente suntuoso, tres personas hacen música. A la izquierda, una joven toca un clavicémbalo, en el centro y de espaldas, un hombre hace lo mismo con un laúd, y a la derecha, una mujer cierra la composición entondando una canción que probablemente es la están tocando sus compañeros. La vestimenta de todos ellos nos invita a pensar que son personas de la alta burguesía. Tómese como ejemplo la espada y el cinturón por el hombro de él o los ropajes de ella. El suelo de mármol es otro indicio de lo mismo. Al fondo, dos pinturas. La de la derecha es "La procuradora" de Dirck van Baburen y también aparece en "Dama sentada en virginal" de Vermeer, pintada unos seis años después de este concierto. Sobre la pared y a la izquierda, un paisaje pastoral.
El tema musical en la pintura holandesa del momento estaba cargado de amor y seducción y aquí Vermeer lo representa en base a contrastes. Contrastes entre la sensualidad de las figuras y la situación ordinaria doméstica. Como curiosidad, señalaremos que esta obra aparece en "Diez minutos a partir de ahora" de Alfred Hitchcock (1964).
Pero, ¿cuáles son los elementos destacados más importantes de la escena? Veamos.
- El suelo. Llama la atención que en gran parte de los interiores de género de mediados del siglo XVII se opte por este tipo de suelos. El espectador piensa entonces que es algo normal en las viviendas de la época. Sin embargo este suelo de baldosas es extremadamente raro en las casas del momento de los Países Bajos, tal y como afirma el experto en artes decorativas Willemijn Fock. Este suelo solo podía encontrarse en casas de personas muy pudientes y no en toda la vivienda: solo se empleaba para estancias pequeñas o muy relevantes. ¿Por qué optan entonces los artistas por este tipo de suelo? Porque se sienten atraídos por representar la perspectiva empleando la alternancia de baldosas multicolor, y la "fragmentación" y las líneas que suponen en el suelo son oportunas para incrementar la sensación de perspectiva en profundidad.
- Alfombra. A la izquierda, una suntuosa alfombra descansa sobre una mesa de madera. Al aprecer, durante el siglo XVII, viajeros como Marco Polo quedaron fascinados por este tipo de prendas orientales. Eso hizo que pronto se convirtiesen en elementos de importación hacia Venecia y de ahí al resto del mundo. Giotto, Ghirlandaio, Holbein, Van Eyck, Lotto o Vermeer fueron algunos de los que representaron este tipo de alfombras tan empleadas en la zona de Turquía o Irán. Se conviertieron en elementos propios del hogar holandés, sin embargo eran artículos preciados y reservados a personas con cierto nivel económico. Algunas teorías defienden que los propios pintores se suministraban o prestaban las alfombras entre sí para plasmar escenas, de tal forma que una misma alfombra era usada por varias generaciones. Además es un elemento que permite poner de manifiesto el buen hacer del artista por las formas irregulares que supone una alfombra descuidadamente colocada en el espacio.
- Mesa. A la izquierda y como sostén de la alfombra, una mesa tipo bolpoot eettafel, muy rica en decoración y propia del siglo XVII. También se puede ver en "El arte de la pintura" de Vermeer.
- Cistro. A la izquierda del espectador y tirado en el suelo, un cistro; instrumento de cuerda del Renacimiento relativamente simple en su construcción, lo que le convertía en algo más barato que el laúd y más ligero. Tal vez por eso era accesible para bastante parte de la población interesada en hacer música. Que la pieza se encuentre en escorzo puede deberse a un interés del artista por demostrar su habilidad pictórica. Tambien lo vemos en "La niña interrumpida en su música" y "La copa de vino". Cabe destacar que se trata de un instrumento de acompañamiento y que emite un sonido entre vibrante y tintineante
- Paredes. Encalar las paredes era algo relativamente normal en la Edad media. De esta forma, casas, castillos e iglesias presentaban este acabado mientras que los ladrillos vistos estaba destinados a las fábricas. Este tipo de paredes estaban hechas con una gruesa capa de masilla compuesta de conchas marinas, piedra caliza o tizas. Se podían pintar "indefinidamente" y servían a su vez para colocar tapides o cuadros. Debemos tener en cuenta además que en los Países Bajos hay muchos días nublados al año, por lo que el reflejo de la luz de las paredes encaladas ayudaba a incrementar la sensación de luminosidad y no solo eso, sino que aislada de la humedad a los cuadros (u otros enseres) colocados sobre la pared. Caspar Netscher o Vermeer fueron algunos de los artistas que mejor supieron tratarlas en sus obras. Las sombras proyectadas sobre la escena nos indican que, aunque no se vean, hay dos ventanas abiertas en este momento.
- Cuadro - Parte izquierda. Elise Goodman nos recuerda que en la época de Vermeer los pintores eran asiduos a oponer paisajes sombríos con la belleza de las damas. En este caso que el cuadro esté sobre la mujer sentada no es aleatorio, pues de esta forma relaciona la naturaleza con la mujer: el árbol de la vida. No se trata de una conclusión personal, sino de una idea que se encuentra reflejada en canciones, poemas y tratados del siglo XVII.
- Clavecín. Posiblemente se trate de un instrumento hecho en la Ruckers de Amberes, los cuales fabricaban los mejores instrumentos de la época. Es una pieza de inusual riqueza, por lo que su uso estaba reservado solo a destacados miembros de la clase alta. Se dice que podría ser de su adinerada suegra, María Things, pero lo más seguro es que fuese prestado para la ocasión.
- Dama. Toca el clavecín una relajada pero digna dama que se muestra muy concentrada en su tarea. Que esté de perfil es un recurso ingenioso que le otorga cierta privacidad y misticismo. Presenta una chaqueta tono limón que se deja ver en bastantes obras del siglo XVII. Debemos prestar interés también en la falda de seda, sobre la que Vermeer se recrearía para hacerla perfecta y competir de alguna forma con Gerrit ter Borch de Deventer, el artista más formidable en este aspecto.
- Hombre sentado de espadas. Este individuo toca un teorbo-laúd y presenta una faja y una espada que son indicios claros de pertenecer a la guardia cívica de Delft. Este cuerpo, a pesar de no tener unos ingresos elevados, era muy honarado y para ellos era un honor prestar este servicio. La lucha entre sus miembros era duramente castigada.
- Mujer cantando. A la derecha de la escena, una mujer interpreta una canción. Aunque el color de su vestido es grisáceo, este se debe a su deterioro con el tiempo. En el momento de ser pintada, el color de su traje era azul intenso. Ella mira la partitura y maneja los tiempos con la mano izquierda. No se sabe si está interpretando una pieza de música sacra o profana. Lo que es posible es que trate el tema del amor, tan recurrente por aquel entonces.
- Cuadro de la derecha. Personalmente, creo que es una de las partes más interesantes de la obra. Ese cuadro existe en realidad y es muy conocido. Se trata de "La procuradora" de Dirck van Baburen; que por cierto, posiblemente estuvo en propiedad de la suegra de Vermeer durante un tiempo. En él se plasma una escena donde la prostitución es tema principal. Un cliente solicita los servicios de una chica mientras que una anciana, que harías la veces de procuradora de la joven, pone la mano para recibir el dinero correspondiente. La composición en forma de trío tiene relación directa con los personajes del concierto: de nuevo dos mujeres de dos edades distintas con un señor como tercer componente. Se ha querido ver "El concierto" de Vermeer como un guiño a un elegante burdel en la que la mujer que canta sería la procuradora, el señor del laúd el cliente y la joven, la prostituta. Sería, en definitiva, una especie de "reflejo" de los que están en la sala. Sin embargo la crítica moderna no parece respaldar esta teoría. Se trata de un recurso de advertencia por parte del pintor. Este tipo de recursos (cuadro sobre cuadro) es muy empleado y sirve, entre otras cuestiones, para darle profundidad a las escenas de interior.
2 Comentarios
Que buena narrativa. La descripción del robo y los deseos en el testamento de su propietaria me han encantado. Como músico intérprete especializado en esa época, siempre me ha maravillado ese cuadro
ResponderEliminarMe ayudo mucho la informacion que aportas en esta nota, de hecho me base en ella para una reseña en bellas artes que estoy haciendo, es un laud tambien lo que hay sobre la alfombra?
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