LA ABSENTA: EL "HADA VERDE" DE LOS ARTISTAS

Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve las cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir.

Estas palabras de Oscar Wilde se las dedica a una de las bebidas más enigmáticas, misteriosas y conocidas en la Francia del siglo XIX: la absenta.


Consumición no apta para paladares delicados, la absenta se convirtió en pocos años en la esencia del París bohemio de finales de siglo. Algunos hablaban de ella como "El hada verde", otros como "La diosa del veneno". Sea como fuere, es fascinante saber que una bebida fuese capaz de producir tantos cambios sociales en tan poco tiempo. A ella se le atribuyen persecuciones, encarcelaciones, hospitalizaciones, disturbios y hasta denotante para la emancipación de la mujer. Fue, además, el combustible de artistas tan conocidos como Picasso, Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Gauguin o Degas, entre otros. Todos ellos y muchos más, la pintaron y la bebieron durante las concidas como "Horas felices". El potencial de este mejunje queda de manifiesto desde su propia etimología. Parece que la palabra absenta podría venir del griego 'apsinthion', que significa "no potable" o "no bebible". Compuesta de ajenjo, flor de hinojo y anís (tríada conocida por sus bebedores como "La Santísima Trinidad"), la absenta consumida por la sociedad del momento alcanzaba una graduación superior a los 80º. No hace falta ser muy vivaz para imaginar las consecuencias de su ingesta.

Todo parece indicar que su popularidad llegó de la mano de las tropas francesas durante la década de 1830. Por aquellos días, los soldados galos luchaban por la colonización de Argelia. Durante la contienda, los militares empleaban la absenta como antipalúdico, mezclándola con vino para ahcer más apetecible el trago. Su efecto es más que dudoso: «La absenta -decía Alejandro Dumas- ha matado a más soldados franceses en el norte de África que las balas árabes».

Volverían las tropas a casa años más tarde con recuerdos, historias y cómo no, con su predilección por los efectos de la bebida verde. Poco tardó la clase media parisina en empezar a consumirla con el fin, tal vez, de verse de alguna forma alineada con el prestigio de sus heroicos soldados. Esta incitación para su consumo coincidió con la devastación sufrida por las vides en la década de 1870 como consecuencia del ataque de la filoxera, parásito de la planta. Como consencuencia de ello, el precio del vino se encareció notablemente y el pueblo tuvo que buscar una alternativa más económica. Y encontraron su ideal de consumo en la absenta. La producción no era excesivamente cara ya que podía emplearse alcohol industrial y acceder a ella tampoco era difícil, pues era habitual cruzarse con vendedores ambulantes que ofrecían absenta a un precio apto para todos los bolsillos.

Los bebedores de absenta se reunían en torno a la mesa durante la hora feliz, alrededor de las 17:00 de la tarde para que horas más tarde, los desmayos, alucinaciones y comportamientos extraños hiciesen acto de presencia.

Café de Nuit, Arles (Paul Gauguin)

No sería justo decir que todos los que la probaron quedaron presos de sus efectos, pero el misticismo creciente que giraba alrededor de ella era evidente. Además, cada consumidor tenía sus preferencias y gustos, adecuando la bebida a sus necesidades. Toulouse-Lautrec consumía un compuesto a base de absenta conocido como "El terremoto". Solo con ese nombre es fácil adivinar que a resaca debía ser cuanto menos antológica. Incluso se dice que su bastón tenía una especie de depósito para almacenar cierta cantidad de absenta porque claro, nunca se sabe.

Toulouse-Lautrec y Lucién Metivet bebiendo absenta c.1885

Usaba bastón, por cierto, por malformaciones óseas fruto tal vez del matrimonio contraído por sus padres, que eran primos hermanos. Con una estatura baja, pronto fue ninguneado por la aristocracia, pero encontró refugio en la bohemia de Montmartre, donde pasaba en cierto modo desapercibido que era lo que él precisamente añoraba. Otros como Baudelaire la mezclaban con opio y Rimbaud hacía lo mismo, pero con hachís. En realidad todo parece indicar que los místicos efectos de esta bebida se deben, más que a la propia composición de la mezcla, al concentrado de alcohol presente en ella. Si a eso le unimos este tipo de mezclas inesperadas, los resultados eran totalmente imprevistos.

Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: esta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.

(Baudelaire)

Las leyendas en torno a ella han sido muchas y muy conocidas. Se dice que Van Gogh se cortó la oreja después de beberla o que los cuadros de Gauguin presentan casi todos una tonalidad verdosa por los efectos psicoactivos de esta bebida y su incluencia en la pintura; incluso que hizo a Hemingway saltar al ruedo para lidiar un toro bravo.

"Los bebedores de absenta" de Degas es, tal vez, la obra más popular de este contexto. En ella, Marcellin Desboutin, artista y grabador amigo de Degas y Ellen Andreé, una conocida actiz, se ausentan emocionalmente y con ciertos síntomas de embriaguez como consecuencia de la ingesta de la copa de absenta que hay sobre la mesa. Degas pretende dejar constancia de la marginación y el aislamiento de los artistas del momento a través de una atmósfera lúgubre y plomiza. Ella, perdida en sí misma, mirando a la nada, deja caer sus brazos y sus hombros como muestra de inseguridad, depresión e incapacidad de afrontar la realidad. Cuando fue expuesta en 1893, el cuadro fue calificado por los críticos más conservadores como algo inmoral, vulgar, estúpido, repugnante, feo, degradado y repulsivo.

La absenta, Degas

También "El bebedor de absenta" de Manet tuvo que sufrir las críticas y el rechazo del Salón de París, y solo Eugène Delacroix salió a su defensa. El jurado consideraba la temática (ajenjo) como una oda a lo degenerado e inmoral. Para más INRI, el protagonista es un borracho en actitud casi heroica. Collarde, que así se llamaba el protagonista de esta obra, era un conocido alcohólico que frecuentaba los alrededores del Louvre en busca de su copa diaria. Un tipo que recuerda mucho a los personajes comunes pintados años atrás por Velázquez, a quien Manet consideraba "el pintor de los pintores".

El bebedor de absenta, Manet

Así pues, impresionistas, postimpresionistas, surrealistas, modernistas o cubistas realizaban sus obras bajo los efectos de la absenta. Y en muchas ocasiones fue la musa de sus obras. Era una forma de evadirse de la idea de arte actual para conseguir rompero con lo establecido, tratar de buscar nuevos horizontes y tendencias con la ayuda de una bebida con la que huir emocionalmente de lo conocido.

El bebedor de absenta. Viktor Oliva

Ante tal situación, los vendedores de vino pronto pusieron su grito en el cielo para presentar estudios que demostrasen la peligrosisdad de la absenta y su carácter venenoros. Como colofón a este movimiento antiabsenta, en 1905 un hombre suizo mató a su familia bajo los efectos de la absenta, sí, pero también del vino, el coñac y el brandy. Vamos, que más que una intrigante alucinación por el "Hada verde" lo que llevaba era un colocón de padre muy señor nuestro.

Como consecuencia, la absenta se prohibió en Francia en 1915, al igual que en gran parte de Europa y Estados Unidos.



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