LA CRUCIFIXIÓN (RETABLO DE ISENHEIM), MATHIS GRÜNEWALD. COMENTARIO

"Como el agua me derramo, todos mis huesos se dislocan, mi corazón se vuelve como cera, se me derrite entre mis entrañas. Está seco mi paladar como una teja, y mi lengua, pegada a mi garganta; tú no me sumes en el polvo de la muerte"

(Salmos 22: 14-15)

Mathis Grünewald pintó La Crucifixión, un óleo sobre madera entre los años 1512 y 1516 para que actuase como retablo del monasterio de San Antonio de Isenheim en Alsacia (Francia).

El patrono, San Antonio "El Ermitaño" está representado en el panel de la derecha. Es curiosa esta obra porque el artista era plenamente consciente porque la mayor parte de personas que verían y se conmoverían esta obra serían los pacientes del Hospital del Monasterio, muchos afectados por la plaga.

Se trata de un retablo plenamente gótico, donde se acentúa el sufrimiento de los personajes (algo que se deja ver en el retorcimiento de algunas partes del cuerpo, como las manos) o el propio crucifijo, hecho de forma burda.

En la obra, el centro de atención es el cuerpo de Jesús, que agoniza y muestra una señal de dolor físico y emocional extremo. Su piel, marcada por las cicatrices del castigo, parece incluso putrefacta. A la derecha podemos observar a San Juan Bautista, señalando el cuerpo de Jesús. A la izquierda, de blanco, la Virgen María, con una actitud de auténtica desesperación y que a su vez es sostenida por San Juan. De rodillas, María Magdalena, implora desesperada para evitar el irremediable final.

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