AUTORRETRATO A LOS TRECE AÑOS, ALBERTO DURERO

 "Se dispone que nunca un hombre será capaz de crear una hermosa figura sin antes haber aprovisionado bien su mente con años de estudio" (Alberto Durero)

Alberto Durero creó este Retrato a los trece años en el año 1484 a golpe de plata preparando el papel con una capa de pigmento blanco sobre la cual posteriormente dibujaría con una barra de plata auténtica. Esta forma de hacerlo produce un trazo característico muy hermoso y muy delicado que no se puede borrar, revelando así que el artista posee una capacidad única para crear la imagen perfecta. El propio Alberto Durero dijo que su obra la dibujó solo usando un espejo en el año 1484 cuando aún era un niño. Ejecución de un retrato como este no debió ser fácil puesto que debemos imaginar el artista tenía que mirar la obra y el espejo de forma casi simultánea algo que resulta cuanto menos imposible. En los últimos años de su vida escribió algunos tratados sobre temas como proporción perspectiva o anatomía humana en el arte. 

Y es que efectivamente cuesta mucho pensar que un chaval de tan solo 13 años realizarse una de las imágenes más bellas de la historia del arte. Cualquier espectador que compare este autorretrato adolescente con otros ejecutados por el mismo Durero a lo largo de su carrera (tanto en dibujo como en pintura) puede llegar a la conclusión que ninguno es tan bello ni tan perfecto como este. No obstante el tema no es para nada nuevo ya que la representación de una cabeza sin llegar a ser necesariamente un retrato has fascinado al ser humano desde el inicio de los tiempos, de hecho se han hallado imágenes de rostros humanos en algunas pinturas rupestres. Sin embargo hay un cierto aire de patetismo en el autorretrato de Alberto Durero qué poca veces se ha igualado. 

Marcel Bion hablaba así de esta obra:

"Sus rasgos son muy atractivos: las mejillas regordetas tienen una gracia juvenil e ingenua. Los ojos muy abiertos son llenos de indagación apasionada y conmovedora. Sobresalen como las aves de rapiña , que pueden mirar directamente al sol sin parpadear. El dibujo es extrañamente torpe , más que en cualquier otra de sus obras. La punta de plata , bien adaptada a la meticulosa precisión requerida para delinear joyas , traza aquí la curva de los párpados y el resalte de la pupila en una línea nítida y enfática. La mirada resultante tiene un carácter salvaje , casi sugiriendo una alucinación. Puede deberse simplemente a la mano inexperta del joven artista. Pero también es posible que ya poseyera esa asombrosa visión de las profundidades y peculiaridades de su propio carácter que mostró más tarde. El rostro se presenta en perfil de tres cuartos, dando así protagonismo a la tierna tersura de las mejillas llenas y al breve , arco agresivo de la nariz en forma de pico. A pesar de los rastros que aún quedan de cierta suavidad e incluso informe en el modelado de la carne , la nariz y los ojos están tan dibujados que indican una completa madurez en el sujeto. El niño parece seguro de sí mismo , ya en control de sus facultades y su destino "

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