LAS BODAS DE CANÁ, PAOLO VERONESE, COMENTARIO

 Las bodas de Caná es un óleo sobre lienzo de 677 cm de alto por 994 cm de largo pintado por Paolo Veronese entre los años 1562 y 1563 y que actualmente se conservan en el Museo del Louvre de París. Fue una obra ideada para el monasterio veneciano de San Giorgio, pero Napoleón decidió llevársela a Francia, donde actualmente se conserva.

En esta obra se representa la escena bíblica en la cual Jesús realiza el milagro de convertir el agua en vino, interpretación que el artista lleva a tu propio terreno colocándose así mismo casi en el centro de la composición, con una túnica blanca, calzas amarillas y tocando un instrumento de cuerda (viola da gamba). Curiosamente frente a él está Tiziano, que es pintado con un atuendo rojo. Como no podía ser de otra forma, en el centro de la composición está Jesús, que destaca ante el resto por su halo y aspecto beatífico así como por su actitud serena.

Una de las características de esta obra es la masificación. Hay tal cantidad de gente que incluso cuesta distinguir dónde están sentados los novios. Si observamos la parte inferior derecha de la obra, podemos verlos en un primer plano mientras uno sirviente ofrece una copa.

Podemos observar una combinación de diferentes estilos, desde la influencia colorista de Tiziano a la composición diseño del Alto renacimiento que también vemos en las obras de Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. A ello se le añaden algunas características del manierismo, así como cantidad de rasgos alegóricos y simbólicos.

Existe en esta obra una compleja mezcla de elementos paganos, religiosos, así como tintes seculares, teatralidad y mundano, tanto del ámbito europeo y como del oriental. Se representa además el estilo de la sociedad veneciana contemporánea; un banquete que se desarrolla dentro de un patio flanqueado por columnas dóricas y corintias y bordeado por una balaustrada baja. Al fondo se adivina una torre porticada que fue diseñada precisamente por el arquitecto nacido en Padua Andrea Palladio. Ya en primer plano observamos como hemos dicho anteriormente a ese grupo de músicos. Las figuras musicales no son otras que los cuatro grandes pintores de Venecia: el propio Veronese (vestido de blanco, tocando la viola da gamba), Jacopo Bassano (flauta), Tintoretto (violín) y Tiziano (vestido de rojo, tocando el violonchelo).

Los comensales de la mesa nupcial están esperando que se les sirva vino para terminar la comida. Están todos: los novios, Jesús, María, los Apóstoles, miembros de la realeza, nobles, funcionarios, empleados, sirvientes y otros, que representan parte de la sociedad veneciana y se visten de diversas formas con trajes bíblicos, venecianos u orientales y que están adornados con llamativos peinados y artículos de moda. joyería. Aparecen además muchas figuras históricas, como el emperador Carlos V, Leonor de Austria, Francisco I de Francia, María I de Inglaterra, Solimán el Magnífico, Vittoria Colonna, Giulia Gonzaga, Cardenal Pole y Sokollu Mehmet Pasa. Se cuentan hasta 130 personas distintas.


Otro punto destacado es el detallismo de la obra. Sobre la figura de Jesús, en la pasarela superior al otro lado de la balaustrada, un carnicero prepara la carne; mientras que llega un porteador (derecha) con más alimento. De pie tras el sirviente de la parte inferior derecha de la obra un hombre está estudiando el contenido de su copa de vino. Es Benedetto Caliari, hermano de Veronese, quien a su vez le ayudó a terminar la obra a lo largo de sus 15 meses de ejecución. 

En cuanto a los personajes como tal, parece que interactúan entre sí pero si nos fijamos con detalle ninguna de ellas está hablando en realidad. Esto lo hace Veronese es para cumplir con el código de silencio dictado por todos los monjes benedictinos en el refectorio donde se iba a colgar el cuadro.

Esta obra se hizo poco después de que Veronese llegara a Venecia y pasó a la historia del arte, además de por su calidad, por tratarse de un lienzo en el que de alguna forma se relata la vida diaria de la gente de un modo casi teatral. Como hemos señalado, si la observamos con detenimiento podemos ver todo tipo de detalles en los intricados vestidos, estampados muy laboriosos, pájaros que vuelan ordenadamente, decorados individuales... Debemos tener en cuenta las dimensiones de la obra, evidentemente, lo que le permite al artista recrearse en todo ello. 

Las bodas de Caná destaca además por contener numerosos elementos simbólicos. Por ejemplo, los invitados están comiendo membrillo, una fruta que simboliza el matrimonio mientras que la obra como tal simboliza la interacción entre el placer terrenal y la mortalidad terrenal. Tras de la balaustrada, encima de la figura de Jesús, se está sacrificando un animal, aludiendo así al sacrificio de Jesús como el Cordero de Dios. A la la derecha de Jesús está la Virgen María, que ahueca sus manos para representar un vaso que contendrá el vino nuevo, es decir, la Sangre de Cristo. Además, delante de los músicos hay un curioso reloj de arena que nos remite simbólicamente a la fugacidad de los placeres terrenales, incluyendo  la vanidad humana. Sin duda Cristo es la figura más reconocida de la obra, y especial cuidado puso Veronese para colocarlo en el centro de la composición del banquete. De hecho es la única figura que mira directamente al espectador. 

Los colores empleados siguen la tónica del Renacimiento; son brillantes e incluyen el destacado azul lapislázuli importado a lo largo de la Ruta de la Seda desde las minas de Afganistán; amarillos, naranjas, rojos ardientes y verdín azul verdoso son otros de los más empleados. Después de una de sus últimas restauraciones, los colores han recuperado su brillo original. Y es que la popularidad de esta obra en particular y de la paleta de colores de que Veronese empleó a lo largo de su trayectoria hizo que otros artistas de la talla de Peter Paul Rubens (uno de los más coloristas pintores barrocos si no el que más)  poseyera una serie de cuadros de Veronese, que guardaba con cuidado en su estudio.

¿Qué se representa?

El tema de la obra toma como referencia la historia bíblica narrada en el Evangelio de San Juan (Juan 2: 1-11), acerca de un enlace matrimonial celebrado en Caná, Galilea, al que fueron María, Jesús y sus discípulos. Al final de boda, cuando el vino comienza a escasear, Jesús pide que se llenen tinajas con agua para que pueda convertirlas en vino. Se trata del primer episodio de los siete signos del Evangelio de Juan que da fe de la condición divina de Jesús y es un precursor de la celebración de la Eucaristía. Fue un tema recurrente durante el Renacimiento italiano y a lo largo de la era manierista. De hecho tenemos otras versiones famosas del tema como "Matrimonio en Caná" (1305, Capilla Scrovegni) de Giotto; "Bodas de Caná" (1561, Basílica de Santa Maria della Salute) de Tintoretto; "Matrimonio de Caná" (1566, Museo de Bellas Artes, Budapest) de Giorgio Vasari. No obstante, a diferencia de la mayoría de las interpretaciones convencionales, Veronese traspuso la historia bíblica al escenario más moderno de una boda veneciana notablemente extravagante.

Sobre Paolo Veronese

Paolo Veronese, es uno de los artistas más destacados de la pintura manierista. Destacó por sus monumentales escenas de banquetes tales como: Cena en Emaús (1560), Fiesta de bodas en Caná (1563), Fiesta en la casa de Simón (1570- 2, Galería Sabauda, ​​Turín), Cena en la Casa de Gregorio Magno (1572, Monte Bérico, Vicenza) y Fiesta en la Casa de Levi (1573). Estas colosales pinturas decorativas constituyen versiones modernas de las antiguas pinturas llamadas "telero" o "scuola" y le otorgaron a Veronese la oportunidad de demostrar su virtuosidad.

Su característico uso de los colores lo alzó como uno de los grandes contribuyentes a la pintura veneciana del siglo XVI, combinando durante su madurez el colorismo de Tiziano con las formas monumentales utilizadas en Roma, dando como resultado un estilo de pintura colmado de suntuosidad y muy decorado con trajes y colores deslumbrantes. Esta obra, Las bodas de Caná, es su gran obra maestra del arte bíblico y tal vez una de las pinturas de carácter religioso más 'modernas' del Cinquecento. Como hemos indicado al principio, la enorme obra se encargó en 1562 para el refectorio, diseñado por Andrea Palladio (1508-80), en el monasterio benedictino de la isla de San Giorgio Maggiore de Venecia. Por hacerla, a Veronese le dieron 324 ducados, comida, alojamiento y un barril de vino. Como hemos señalado anteriormente, su hermano, Benedetto Caliari (1538-98) ayudó a Veronese para que este pudiera completar la obra en 15 meses.

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