SIMBOLOGÍA DE LA BANDERA REPUBLICANA

La conocida como "bandera tricolor", al igual que el Himno de Riego y la figura femenina con la balanza en la mano se alzan como nuevos símbolos clave de una República que busca marcar distancias con el régimen anterior. La identificación del nuevo régimen con el morado se debe a su connotación revolucionaria, con el conocido general Riego por ser el primer liberal de la época contemporánea y con la Justicia, representada en la figura de la mujer como garante del nuevo orden social.

El punto final de la Monarquía se traduce para muchos en el comienzo de una nueva época que ha de actualizar la simbología del régimen precedente. En las plazas se entremezcla la Marsellesa con el himno liberal por excelencia, el de Riego, y en no pocos sitios se aniquilan los símbolos monárquicos. En Madrid por ejemplo la multitud acaba con la estatua de Isabel II y la arrastra hasta el convento de las Arrepentidas, mientras otros se citaran frente al palacio de Oriente.

Con la llegada de la República, el pueblo ondea voluntariamente por calles, balcones y ayuntamientos la bandera tricolor, que no fue impuesta por los políticos, sino por el pueblo. De hecho, según cuenta Pedro Rico, último alcalde republicano de Madrid, "cuando aquella tarde del día 14 fuimos a tomar posesión del Ayuntamiento de Madrid, los concejales no llevamos bandera de clase alguna; la tricolor que tremoló en los balcones en el acto de la proclamación nos fue entregada por la gente del pueblo".

Trece días más tarde de proclamarse la República el Gobierno Provisional promulga un Decreto, publicado en la Gaceta de Madrid el 28 de abril de 1931, que establece la adopción de la insignia tricolor como bandera nacional: "Una era comienza en la vida española. Es justo, es nece sario, que otros emblemas declaren y publiquen perpetuamente a nuestros ojos la renovación del Estado", proclama. La nueva bandera, caracterizada por el color morado, emula a la tríada revolucionaria francesa: «Igualdad, Libertad, Fraternidad».

El morado se relacionaba con Castilla por estar presente en diversos emblemas del antiguo reino, y al pendón usado por los comuneros castellanos que en el siglo XVI se alzaron contra el emperador Carlos V. En la mentalidad colectiva se encuentra la revuelta y esta se recuerda como la primera rebelión popular frente al autoritarismo ejercido por el emperador. Existe otra versión más romántica, que afirma que el morado es el color con el que se tiñó la bandera roja y amarilla tras empaparse con la sangre de estos revolucionarios que su vida por la libertad.

No obstante, numerosos historiadores confirman que en los archivos de los comuneros de Castilla no existe alusión alguna al mencionado pendón morado, y es posible que la relación entre el morado y los revolucionarios sea consecuencia de una confusión histórica. De esta forma el morado comenzó a ser empleado en determinados ambientes republicanos de tendencia federalista que consideraban que los dos colores históricos (rojo y amarillo) sólo representaban a una parte de España, concretamente la antigua Corona de Aragón.

Incluso las fuerzas del orden observan en el morado un color revolucionario. Prueba de ello es que en 1831 tejer una bandera con dicho color le costara la vida a la célebre costurera inmortalizada por García Lorca, Mariana Pineda.

Además el escudo sufre un cambio y se instituye el adoptado en 1873, durante la Primera República. Este representaba a las cinco regiones tradicionales: Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, suprimiéndose las armas de la Dinastía Borbón-Anjou (la de Alfonso XIII). Además se sustituye la corona real por la mural (con forma de muralla) y se colocan las columnas de Hércules con el lema "Plus Ultra", sin coronas.

La variación simbólica también afecta a la Marcha Real, que se cambia por el himno de Riego, una canción que ya se escuchó a lo largo del Trienio Liberal y sobre cuya elección influye poderosamente Azaña, que quiere homenajear de esta forma a los liberales de principios del siglo XIX. La letra del himno es obra del escritor y político asturiano Evaristo San Miguel, pero sobre la composición hay más controversia. Quizá por eso no se menciona al compositor en el decreto que lo instituye como himno nacional en 1931.


El himno de Riego no goza de la popularidad de la bandera. De hecho, la izquierda más radical prefiere La Internacional, a lo que se suma el hecho de que la letra oficial es conocida por pocos y pronto comienzan a circular varias versiones populares.

Esto es, según cuenta Pío Baroja, a que no existe una verdadera identificación con el espíritu de la República: «el himno es callejero y saltarín; la República sesuda y jurídica».

El nuevo régimen no podía carecer de representación artística, por lo que pronto aparecen numerosas alegorías de la República, de las cuales la más famosa es una figura femenina tocada con el gorro frigio, a la manera de la Marianne francesa revolucionaria, símbolo republicano por excelencia. La mujer sostiene con una mano la bandera republicana y con otra la balanza, representación de la Justicia.

Al fondo un barco, un avión y un ferro carril como exponentes de la modernización que el régimen pretende impulsar en el país y, en primer plano, los libros, el referente a la educación, cuestión básica para un nuevo régimen que empieza a ser conocido como la República de las letras».




Fuente: "Así llegó España a la Guerra Civil". El Mundo. 2005.

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