COMENTARIO - MUJER SECÁNDOSE DESPUÉS DEL BAÑO, EDGAR DEGAS

«Hasta ahora el desnudo siempre se representó en poses que daban por hecho la presencia de un público, pero estas mujeres son personas decorosas, sencillas, que se interesan por su estado físico en soledad. Es como si alguien mirara por el ojo de una cerradura»
(Degas)

El amor por la fotografía hace que Degas buscase el momento perfecto del movimiento para plasmar una determinada escena. Sabemos que admiró a especialistas de la imagen como Eadweard Muybridge , por ello no es extraño que en muchas de sus obras las figuras aparezcan deliberadamente sorprendidas, a veces entrando en escena y otras saliendo de ellas. Da la sensación entonces que el proceso de pintar se asimila y mucho al de fotografiar.

Mujer secándose después del baño, 1890-1895, 104x98,5 cm, National Gallery de Londres, Reino Unido.

En este caso, Degas opta con aglutinar el movimiento en la parte izquierda de la escena, concretamente en el brazo izquierdo de la bañista. El contorno está en cierto modo borroso y no es casual, ya que en muchas estampas del momento, a la hora de captar el movimiento algunas zonas aparecían de esta guisa.

Y es que gran parte de las obras de Degas eran voyeristas. Muchas de sus más famosas pinturas plasmaban a bailarinas en la más profunda intimidad, algo por lo que el espectador siente especial curiosidad. Es, como dijo el propio Degas, "Como si miraras por el ojo de una cerradura". Le fascinaban las mujeres bañándose. En este caso, la chica se mueve con gesto decidido para conseguir acicalarse bien.

Como curiosidad, cabe decir que a Degas le costaba mucho trabajo mantener sus creaciones en una misma hoja, por lo que no es extraño encontrar creaciones como esta que estén compuestas de siete fragmentos distintos de papel.

Para realizar trabajos como este, Degas instaló lavabos y bañeras en su estudio y pidió a las mujeres que actuasen de forma natural, como siguiendo las habituales rutinas de baño y cuidado personal. Quería captar las posiciones de los cuerpos de forma natural para conseguir nuevas perspectivas y composiciones. Intimidad y espontaneidad en una misma escena cargada de cierto dinamismo y sensualidad. 

No debemos olvidar que Degas era un habitual de los bastidores de la Ópera de París, donde acudía a estudiar movimientos y tomar bocetos. Mucho se ha hablado y escrito sobre esa casi enfermiza obsesión del artista por plasmar a las bailarinas de una forma tan natural. Y eso era precisamente una de las cuestiones que los propios críticos formulaban. "Lo importante es la naturalidad", les decía Degas.

Sin embargo y por curioso que parezca, no se le conoció ningún tipo de relación amorosa con alguna mujer, hasta el punto de que se le ha calificado de misógino, a pesar de que hay pocas dudas de su obsesión hacia ellas. Tampoco hizo lazos de amistad con cualquier persona judía, incluso se negó a contratar a personas que pudiesen tener sospechas de contar con procedencia hebrea.

A pesar de formar parte de las exposiciones de los Impresionistas, Degas mostraba cierto reparo a los trabajos al aire libre. Más bien optaba por ambientes cerrados, nocturnos en los que los cafés y los personajes pintorescos de la ciudad hiciesen las veces de la razón de ser de sus obras. 

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