¿POR QUÉ LOS LEONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS "NO SE MIRAN"?

Si hay un elemento que identifica el edificio del Congreso de los Diputados de Madrid es posiblemente la figura de los leones de la fachada principal.


Dos enormes esculturas de bronce realizadas por Ponciano Ponzano a partir de cañones fundidos procedentes de la Guerra de África, concretamente de la Batalla de Wad-Ras.

Si observamos ambas figuras, podemos comprobar que no se miran. Como tampoco se miran los leones de una fuente muy próxima a este lugar: La Cibeles.


No es casualidad. La respuesta tenemos que buscarla en la mitología.

Pero conviene aclara previamente que en realidad no son dos leones, sino un león y un "león-hembra", ya que si nos fijamos bien uno de ellos no tiene testículos. Esto ha llevado a cantidad de confusiones, hasta el punto de que el famoso canal de televisión Canal Historia inició hace tiempo una campaña para dotar de testículos a uno de los leones pensando erróneamente que el escultor había olvidado incluir esta parte. Afortunadamente el Ministerio de Cultura paralizó la petición.

A pesar de que popularmente se les conoce como "Daoiz" y "Velarde", héroes del Dos de Mayo durante la Guerra de la Independencia, en realidad se trata de Atalanta e Hipómenes. Se reconocen bien porque Hipómenes, a diferencia de Atalanta, tiene la cola levantada y aunque parecen iguales, él pesa casi 450 kilos más.

Según cuenta la mitología, Atalanta, que destacaba por sus cualidades físicas y estaba cansada de tener que lidiar con sus seguidores, ideó un plan para librarse de ellos: quien pudiera vencerle en una carrera, se casaría con ella.

Hipómenes, conocedor de la situación, aceptó el desafío, aunque para asegurarse la victoria le pidió ayuda a Afrodita. Y Afrodita le dijo que sí porque, entre otras cosas, a ella, diosa del amor, la belleza y la fertilidad, también le apetecía castigar a Atalanta por rechazar al amor.

Y ambos idearon un plan perfecto: colocar manzanas de oro en el camino de Atalanta, esta se detendría a recogerlas, perdería el tiempo, Hipómenes aprovecharía y le adelantaría por la derecha. Y el plan salió tal y como estaba previsto. Total, que Afrodita no tuvo más remedio que casarse con Hipómenes y en uno de sus muchos encuentros, tuvieron la maravillosa idea de refugiarse en un tempo para demostrarse su amor. Pero pasaron por alto un detalle: el templo que habían profanado era el de la diosa Cibeles. Esta, al percatarse, los condenó a convertirse en leones, tirar del carro y no volver a mirarse nunca más.

Por este motivo, tanto en la puerta del Congreso como en La Cibeles, los leones, siempre cerca, son incapaces de mirarse.

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