EL ARTE BARROCO

 El Barroco es un estilo artístico que se desarrolló en Europa occidental desde finales del siglo XVI hasta el siglo XVIII. El término tiene su origen en el portugués ('barrueco'), que significa "perla irregular". Fue utilizado peyorativamente por los tratadistas neoclásicos, quienes consideraban al Barroco como un arte extravagante y ridículo.

El Barroco se caracteriza por la complejidad de formas, los contrastes, las sensaciones que rompen con la serenidad, el desequilibrio y la decoración abigarrada. Sin embargo, no es una innovación en sí misma, sino más bien una libre interpretación de los órdenes clásicos, las plantas y los alzados.

En el ámbito sociológico, el Barroco estuvo al servicio del poder político y religioso, con una clara finalidad persuasiva. Las monarquías absolutas del siglo XVII utilizaron el arte como propaganda para impresionar a los ciudadanos y convencerlos de sus postulados. La Contrarreforma Católica, representada por el Concilio de Trento y la Compañía de Jesús, también influyó en los estilos artísticos de la época. Los católicos adoptaron un arte más expresivo y recargado, mientras que los protestantes siguieron un lenguaje más clásico.

La Iglesia, por su parte, utilizó el arte barroco para transmitir su "poderío" y "grandeza". Lo logró a través de imágenes impactantes y perturbadoras, que buscaban conmover el corazón de los fieles. El Barroco se convirtió en una filosofía de vida afligida y orientada hacia la fugacidad de la existencia. En España, se desarrolló especialmente la imaginería religiosa, con representaciones detalladas y realistas de escenas bíblicas y santos.

El Barroco, a pesar de tener una base común, también mostró una diversidad de estilos debido a su difusión por toda Europa.

El Barroco tuvo su nacimiento en Italia y fue impulsado principalmente por los papas. Su objetivo era manifestar la validez y grandeza de la Iglesia. Sin embargo, a medida que se expandió por diferentes regiones de Europa, adquirió características distintas según el contexto sociopolítico y cultural.

En el ámbito de la Contrarreforma, el Barroco se desarrolló de manera particular en países como Habsburgo, Italia y España. Aquí, el arte barroco fue utilizado como una forma de comunicar los postulados del Concilio de Trento y fortalecer la posición de la Iglesia Católica.

En las monarquías absolutas, como Francia y España bajo los Borbones, el Barroco se convirtió en un argumento convincente del poder real. Se utilizó para impresionar y afirmar la autoridad de los monarcas, reflejando su opulencia y grandiosidad en las obras de arte.

En los países protestantes, como los Países Bajos y Holanda, el enfoque del Barroco estuvo orientado hacia la burguesía. Aquí, el arte barroco reflejaba la prosperidad y el gusto de la creciente clase social emergente, en contraposición a la ostentación y el simbolismo religioso presentes en otros lugares.


La arquitectura barroca se caracteriza por su especial preocupación por el tratamiento del espacio, tanto en su interior como en su exterior, con el objetivo de otorgar unidad, armonía y adaptación al entorno en el que se encuentra. Los espacios arquitectónicos se convierten en escenarios donde se plasman mensajes y se busca generar impacto en el espectador.


Entre las características distintivas de la arquitectura barroca se encuentran el uso de materiales nobles como mármoles, lapislázuli y bronce, así como la presencia de contrastes cromáticos y lumínicos. Predomina la línea curva sobre la línea recta, lo que crea un efecto de dinamismo y movimiento en las estructuras. Los soportes dinámicos, como las columnas salomónicas, y la decoración exuberante son elementos recurrentes. Los muros curvos generan efectos lumínicos y perspectivas diversas. Además, se exploran nuevas formas de planta, como elípticas, circulares y mixtas.

En la arquitectura barroca, la escultura y la pintura se integran en los edificios, creando una simbiosis de las artes. Se busca la teatralidad y el decorativismo ficticio, donde la arquitectura se convierte en un gran escenario. La arquitectura barroca también se ve influenciada por su contexto sociopolítico y religioso.

En Italia, el urbanismo barroco se orienta hacia la propagación de los valores de las clases dirigentes, tanto en el poder civil como en el religioso. Las plazas adquieren un papel fundamental en la configuración de las ciudades, y destacan ejemplos como la Piazza del Popolo, Piazza Navona, Plaza de España y Plaza de San Pedro del Vaticano, esta última obra clave de Gian Lorenzo Bernini. Roma, como capital del catolicismo y epicentro de la Contrarreforma, se convierte en un lugar de gran impacto para los peregrinos, quienes son recibidos con obras arquitectónicas imponentes.

En Francia, durante los reinados de Luis XIII y Luis XIV, la arquitectura barroca adquiere un esplendor máximo. Aunque menos pomposa y recargada que en Italia, sigue siendo grandiosa. Destacados arquitectos como Jaques Lemercier, François Mansart y Le Brun contribuyen a la construcción de magníficos edificios, como el Salón de los Espejos en el Palacio de Versalles.

La arquitectura en España durante el siglo XVII, conocido como el "Siglo de Oro", estuvo marcada por el final de la hegemonía española en Europa después de la Paz de Westfalia en 1648. Esta paz puso fin a la Guerra de los Treinta Años en Alemania y la Guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. La decadencia económica del país se reflejó en el uso de materiales más pobres en la arquitectura de la época.

La arquitectura barroca en España estuvo estrechamente ligada a la Contrarreforma y tenía como objetivo transmitir el mensaje católico de manera impactante para despertar la emotividad de los fieles. Se enfatizaban dogmas como la Eucaristía, el culto a los santos y el culto a la Virgen.

La evolución de la arquitectura barroca en España se puede dividir en tres etapas. En la primera etapa, se caracterizó por la sobriedad clásica herreriana, con plantas renacentistas, decoración centrada en los entablamentos y una sobriedad decorativa. Juan Gómez de Mora fue uno de los arquitectos destacados de esta etapa, siendo responsable de obras como el Convento de la Encarnación en Madrid y la Clerecía de Salamanca.

En la segunda etapa, se destacó el dinamismo y la exuberancia decorativa. Se enriqueció la decoración con elementos naturalistas, se introdujo una mayor variedad de plantas en los diseños y se emplearon grandes columnas salomónicas en los retablos, generando juegos de luces y sombras. Alonso Cano y los hermanos Churriguera fueron arquitectos destacados de esta etapa, siendo responsables de obras como la fachada de la Catedral de Granada y el retablo de San Esteban de Salamanca.

En la tercera etapa, hubo influencias tanto italianas como francesas en la arquitectura española. Teodoro Adermans y Juan Bautista Sachetti fueron arquitectos destacados de esta etapa. Adermans inició el Palacio de San Ildefonso de La Granja, siguiendo el modelo de Versalles con extensos jardines de trazado geométrico y fuentes. Sachetti fue responsable del diseño del Palacio Real de Madrid.

En Andalucía, Sevilla y Granada se convirtieron en focos importantes de la arquitectura barroca. Leonardo de Figueroa destacó en Sevilla con la portada del Palacio de San Telmo, mientras que Francisco Hurtado dejó su huella en Granada con la Capilla del Sagrario de la Catedral y el Sagrario de la Cartuja.

La escultura barroca en general se caracterizó por su carácter efectista, una aproximación a lo real, tendencia hacia el naturalismo y un estudio profundo de los sentimientos y expresiones, lo que se conoce como "phatos" o sentimiento exaltado. Los materiales más utilizados fueron el mármol, la madera y el bronce, pero sin policromar.

En cuanto a los temas, en los países católicos predominaron los temas religiosos, representando momentos de éxtasis, dramas o gloriosos. También se realizaron esculturas de reyes y poderosos, así como escultura funeraria que exaltaba los valores del difunto. En los países protestantes, la escultura tuvo menos importancia y se centró en temas funerarios y retratos.

La simbología en la escultura barroca incluía elementos como relojes, calaveras, balanzas, entre otros. El movimiento se extendía por todo el espacio, con siluetas complicadas, contrastes de luz y escorzos. A diferencia del estilo de Miguel Ángel, que mostraba un movimiento contenido, en el barroco el movimiento se proyectaba hacia el espectador.

Es importante destacar que la escultura barroca no se concebía de manera aislada, sino que se integraba en un conjunto más amplio con un claro significado alegórico.

En Italia, uno de los principales escultores barrocos fue Gian Lorenzo Bernini. Trabajó bajo la protección del papado durante la primera mitad del siglo XVII y se caracterizó por su influencia del helenismo, momentos de máxima tensión, contraste de luces y sombras, uso expresivo del ropaje y la técnica conocida como serpentinata. Algunas de sus obras destacadas incluyen "Apolo y Dafne", "David", "Éxtasis de Santa Teresa" y la "Fuente de los cuatro ríos"

En Francia, la escultura barroca tuvo un carácter cortesano, mitológico y decorativo, con una apología del absolutismo. François Girardon y Coysevox fueron dos escultores destacados de esta época.

En España, la escultura barroca tuvo características propias. Se destacó la temática religiosa, especialmente en los retablos, y se desarrolló la imaginería, como las figuras exentas para los pasos de la Semana Santa. La madera policromada fue un material ampliamente utilizado, y la escultura se caracterizó por su realismo y el uso de postizos para lograr una mayor apariencia de realismo. También se crearon imágenes para vestir, y se buscaba cautivar al espectador y despertar su emotividad religiosa.

En España, se pueden identificar varias escuelas escultóricas. En la escuela castellana del siglo XVII, se encontraba un realismo exagerado, plasmación del dolor, dinamismo y caricaturización de personajes malvados. Gregorio Fernández fue uno de los escultores destacados de esta escuela, conocido por su estilo expresivo y dramático, empleo de postizos y sangrado en las imágenes.

La escuela andaluza del siglo XVII se alejó de la exageración y mostró un realismo un tanto idealizado, serenidad, imágenes equilibradas y modelado suave. Juan Martínez Montañés, Alonso Cano y Pedro de Mena son escultores destacados de esta escuela. Juan Martínez Montañés creó obras expresivas y realistas, como el "Cristo de la Clemencia" y el retablo de Santiponce. Alonso Cano destacó con su escultura de "La Inmaculada", y Pedro de Mena creó obras como "San Francisco" y "Magdalena Penitente".

En la escuela madrileña del siglo XVII, Pietro Tacca realizó la escultura ecuestre de Felipe IV siguiendo el diseño de Velázquez, con un modelo de rostro influenciado por Martínez Montañés.

En el siglo XVIII, la escuela murciana se convirtió en el foco más importante de la escultura barroca en España.

Durante el periodo del Barroco, la pintura se caracterizó por una serie de elementos distintivos. En primer lugar, se buscaba representar la realidad de manera realista, capturando detalles minuciosos y mostrando una representación precisa del mundo. Además, en la pintura barroca se daba prioridad al color, enfatizando la paleta cromática y su impacto visual sobre el dibujo en sí.

Para crear una sensación de profundidad en las composiciones, se recurrió a técnicas como la perspectiva aérea, los escorzos y los contrastes de luz y sombra. Estos recursos permitían dar una mayor sensación de tridimensionalidad y profundidad a las obras.

En cuanto a la iluminación, se abandonaron los efectos suaves y difuminados del sfumato renacentista, optando por el tenebrismo. Esta técnica resaltaba los contrastes intensos entre luces y sombras, creando un efecto dramático y de gran impacto visual.

En cuanto a la composición, se preferían las estructuras asimétricas y desequilibradas, rompiendo con la armonía y el equilibrio renacentista. Se buscaba transmitir una sensación de movimiento y dinamismo a través de figuras ondulantes e inestables.

En cuanto a las técnicas utilizadas, el óleo sobre lienzo fue el medio preferido en la pintura barroca. Aunque también se continuó utilizando la técnica del fresco en algunos casos.

En cuanto a los temas representados, la pintura barroca abarcó una amplia variedad. En el ámbito religioso, se representaron escenas de la Virgen, la Inmaculada Concepción, la Piedad, pasajes evangélicos, la Penitencia y la Eucaristía, entre otros. Además, surgieron géneros independientes como el paisaje, el bodegón, la naturaleza muerta, las batallas navales y los interiores de la vida cotidiana.

En Italia, durante el Barroco, se desarrollaron corrientes como el naturalismo, que se inspiraba en la realidad y representaba modelos reales, incluso personas de aspecto rústico. Destacó el uso del tenebrismo y la luz artificial para resaltar formas significativas. Un artista destacado de esta época fue Caravaggio, cuyas obras como "La vocación de San Mateo" y "La crucifixión de San Pedro" se caracterizaron por su naturalismo y tenebrismo.

En Flandes, Holanda y Francia, la pintura barroca también tuvo sus particularidades. En Flandes, destacó Pedro Pablo Rubens, cuyas obras como "La Adoración de los Reyes Magos" y "Las Tres Gracias" se caracterizaron por el exaltado colorido, el movimiento y las composiciones dinámicas.

En Holanda, la pintura barroca se vio influenciada por el calvinismo y se destacó en el retrato individual, mostrando el estatus social de los representados. Rembrandt, con obras como "La Ronda de Noche" y "La lección de Anatomía del Dr. Tulp", utilizó el tenebrismo de manera intensa y una pincelada suelta basada en manchas. Vermeer, por su parte, se destacó en la representación de interiores domésticos, como en "La joven de la perla" y "La lechera".

En Francia, el Barroco se vio influenciado por el clasicismo y se destacaron artistas como Nicolas Poussin, con obras como "El rapto de las Sabinas" y "Las estaciones", que seguían principios de composición clásica y mostraban temas mitológicos y alegóricos.

En España, la pintura barroca se caracterizó por su fervor religioso y su exuberancia decorativa. Destacó Diego Velázquez, cuyas obras como "Las Meninas" y "La rendición de Breda" se destacaron por su maestría técnica, el realismo y el uso de la luz y el espacio.

El Barroco fue un período artístico de gran importancia y su relevancia en la didáctica radica en varios aspectos. En primer lugar, el Barroco marcó una ruptura con los cánones artísticos renacentistas, abriendo nuevas posibilidades expresivas y estéticas. Esta transformación y la variedad de estilos y técnicas utilizadas en el Barroco ofrecen una rica fuente de estudio y análisis para los estudiantes de arte, permitiéndoles comprender la evolución del arte a lo largo del tiempo.

Además, el Barroco reflejó los cambios sociales, políticos y religiosos de la época, lo que lo convierte en un recurso valioso para enseñar historia y contextualizar los acontecimientos históricos. Las obras barrocas representan las tensiones y contradicciones de la sociedad de la época, proporcionando una ventana al pasado y fomentando la reflexión crítica.

En términos didácticos, el estudio del Barroco permite desarrollar habilidades de observación y análisis visual, así como la capacidad de interpretar y comprender el significado simbólico de las obras de arte. Además, el Barroco se caracterizó por su teatralidad y exceso decorativo, lo que puede resultar atractivo y estimulante para los estudiantes, despertando su interés y creatividad.

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