YO SOLO TUVE QUE QUITAR LO QUE SOBRABA...

26 años tenía Miguel Ángel Buonarroti cuando se puso a los mandos de una de las más famosas esculturas de la historia del arte: David.

Aunque la historia de esta mole de más de 5 metros de alto y más de 5.500 kg de peso tiene su recorrido.

40 años antes de que él le pusiera un dedo encima, las autoridades de las obras de la catedral de Santa María del Fiore (Florencia), encargaron al artista Agostino di Duccio una gran escultura para poner en el exterior.

Pero Agostino no pasó el examen. Ni él, ni los otros doce que le metieron mano al colosal bloque de mármol de Carrara. De hecho lo único que hicieron fue destrozarlo a golpe de intentos fallidos.

Hasta que llegó él.

Lo primero que hizo fue ocultar la pieza bajo una estructura de tablas para trabajar en soledad durante 21 meses, solo y sin más ayuda que sus herramientas de cincelado.

Lo siguiente ya es historia.

La gente, al verlo, consideraba que eso solo podía ser obra de un genio. El mismo Vasari decía que "Cualquiera que haya visto el David no tiene necesidad de ver otra cosa de ningún otro escultor vivo o muerto".

Pero él mismo afirmaba: "Si supieran la cantidad de trabajo que hay en él, no lo llamarían genio".

Al principio querían instalarla en un lugar secundario (entre los contrafuertes de la catedral), pero pronto se formó un comité de expertos (entre los que estaban Leonardo da Vinci o Botticelli) para decir que no, que eso sería un sacrilegio.

Había que transportarla. Y el lugar elegido fue la Plaza de la Señoría, junto al Palazzo Vecchio, símbolo del poder civil.

Treinta hombres fueron necesarios para mover las más de 5 toneladas que pesaba la escultura. Hasta cuatro días tardaron para completar los 600 metros que la separaban del sitio elegido, donde descansaría durante 370 años.

Sin embargo, David sufrió los actos vandálicos desde el minuto uno.

Debemos recordar que la escultura representa la victoria de David frente a Goliat. Y en este caso, David era una alegoría de la nueva república de Florencia, establecida después de deshacerse de la corruptela de la familia Médici que había gobernado la ciudad durante muchos años.

Su colocación exacta no fue aleatoria y tiene un significado político. David, desafiante, mira hacia Roma, lugar en el que por aquel entonces estaba el Papa Alejandro VI: responsable de haber dado cobijo a los desterrados Médici. 

Por este motivo había partidarios de los Médici que le arrojaban piedras porque veían en ella un símbolo del nuevo gobierno.

De hecho los ataques han sido constantes a lo largo de su existencia. Uno de los últimos, en 1991, cuando Piero Cannata le rompió el dedo del pie con un martillo que llevaba oculto en su chaqueta.

Finalmente en 1873 fue trasladado a la Galería de la Academia, donde hoy se puede visitar. 

Como curiosidad, se dice que cuando Miguel Ángel terminó su trabajo, alguien le preguntó asombrado:

-¿Cómo fuiste capaz de hacerlo? ¿Cómo lo has conseguido?

A lo que él respondió:

-David siempre estuvo ahí, yo solo me limité a quitar lo que sobraba...

Casi ná.

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